Pese a su tasa de desempleo sumamente alta, España sigue siendo un destino muy atractivo para miles de inmigrantes. De hecho, el número de expatriados en el país superó ya los cinco millones de personas, una cifra mayor a la registrada durante los años de la burbuja inmobiliaria.
De acuerdo con los datos del último informe del Observatorio Permanente de la Inmigración del Ministerio de Trabajo e Inmigración español, el número de extranjeros con tarjeta de residencia aumentó en 88.013 personas, lo que sitúa la cifra oficial de inmigrantes en España en 5.140.000.
En el informe se precisa que las comunidades que más han crecido son la boliviana (un 24% más que en el año anterior) y la paraguaya, con un aumento del 23%.
A pesar de que la tasa de paro de la población inmigrante es bastante más alta que la de los españoles, el flujo de los latinoamericanos no se detiene. Algunos llegan a través de procesos de reagrupación familiar o por estudios, pero la mayoría lo hace en busca de empleo. Según datos del Ministerio de Trabajo español, uno de cada cuatro parados trabaja en la economía sumergida. Los expertos explican que los inmigrantes están más dispuestos a trabajar más horas, a cambiar de ciudad y a cobrar menos, pues se trata de una población más necesitada de recursos.
Al mismo tiempo, los analistas indican que el aumento de inmigrantes podría deberse al simple blanqueo de las cifras. Señalan que antes el número de ellos podría ser el mismo o mayor, pero que estaba oculto. Pese a las regularizaciones llevadas a cabo durante los gobiernos de José María Aznar (1996-2004) y José Luis Rodríguez Zapatero (2004-2011), siempre se ha barajado una cifra que va entre los 500.000 y el millón para cuantificar el número de inmigrantes sin documentos que viven y trabajan en el país, pero que no están registrados en ningún censo.
En la comunidad inmigrante de España, las personas oriundas de Rumanía y Ecuador son las más numerosas. Les siguen los marroquíes, colombianos, peruanos, bolivianos, chinos y dominicanos.