Un total de 20 monociudades –proyecto desarrollado por Stalin que organizaba el trabajo y asignaba una producción determinada a cada una de las ciudades que lo integraban- y las empresas que las conforman podrían cerrarse debido a la crisis. La ministra rusa de Desarrollo Económico, Elvira Nabiúllina, no descarta esta posibilidad ya que, según ha manifestado, “estas monociudades no han superado la crisis actual y no pueden aguantar más. No hay que excluir la posibilidad del cierre y tendremos que encontrar alternativas de trabajo para la población”.
Para el diputado de la Duma y miembro de la Comisión de Trabajo y Política Social Oleg Sheyin, “el principal problema para reubicar laboralmente a la gente es la cuestión de la vivienda, a excepción de Moscú y, en cierta medida, San Petersburgo, donde hay unas residencias comunales, especialmente para los trabajadores de la construcción y de alguna otra especialidad”. Sheyin agregó que en otras ciudades de Rusia no existe esta opción, por lo que se debe tomar una decisión que no contemple el cierre de la producción, ya que esto llevaría a un éxodo de los obreros sin dinero y sin trabajo. Sheyin apuesta por resolver el problema con otras medidas como el restablecimiento de la cadena de producción y el suministro de tareas productivas.
Shein ha realizado una estimación de lo que costaría el cierre de estas monociudades. Así, según sus cálculos, si “el precio medio de una habitación en una residencia comunal es de un millón de rublos, para trasladar a 10.000 personas se necesitan 10.000 millones de rublos”. Estos gastos, en palabras del diputado, no están contemplados en los presupuestos del país, que pretenden reducir costes y atender a cuestiones básicas”.