Moscú quiere continuar el diálogo político con Londres que permitirá resolver los problemas actuales, declaró el ministro de Relaciones Exteriores de Rusia, Serguéi Lavrov, abriendo las negociaciones con su homólogo británico, David Miliband. “Nuestro diálogo sigue activo a pesar de que existen varias cuestiones sin resolver entre los dos países. Estamos contentos de que la cooperación económica siga prosperando y posea tendencias de desarrollo en el futuro”, dijo.
Por su parte, Miliband expresó su deseo de continuar diálogo y de que las negociaciones “sean eficientes”. “Podemos oponernos a las dificultades con las cuales tropiezan nuestros países. Actualmente, Rusia y Gran Bretaña pueden afrontar juntos estos desafíos globales. Además, son capaces de lograr la comprensión mutua en una serie de asuntos”.
El canciller británico llegó a Moscú abrazando el objetivo de mejorar las relaciones bilaterales. Es la primera visita de un ministro de Relaciones Exteriores británico a Rusia en los últimos cinco años. Antes de su llegada, Miliband declaró que espera mantener una discusión constructiva con Lavrov, pero ambas partes deberán hacer un esfuerzo para conseguir este objetivo. “Las relaciones entre Gran Bretaña y Rusia abarcan todos los ámbitos, incluido el problema del cambio climático. Debemos unir nuestros intereses y superar las divergencias”, subrayó. Al mismo tiempo, informó de que durante su visita no espera resolver problemas clave en las relaciones entre ambos Estados.
Actualmente, las relaciones entre los dos Estados han sido bastante tensas. Comenzaron a deteriorarse en 2003, cuando Londres otorgó asilo político al empresario Borís Berezovski y al terrorista Akhmed Zakáiev. Gran Bretaña se negó a extraditarles a pesar de que eran buscados y tenían orden de captura en Rusia. La confrontación culminó en la capital británica en 2006 tras el asesinato del ex agente del Comité para la Seguridad del Estado ruso (KGB), Alexander Litvinenko, con polonio 210. Londres consideró a Andréi Lugovói, un hombre de negocios ruso y también ex oficial del KGB, como el principal sospechoso. Rusia rechazó extraditarle basándose en la doctrina europea y la Constitución de la Federación Rusa que prohíbe la extradición de los ciudadanos rusos. Dos años después, Rusia cerró las oficinas del Consejo Británico acusándolo de evasión fiscal, pero más tarde un tribunal ruso declaró que los cargos eran infundados.
El año pasado Gran Bretaña apoyó con firmeza a Georgia en el conflicto en Osetia del Sur, criticando severamente a Rusia.