En la ciudad rusa de Tiumén (Siberia del Oeste), las autoridades han empezado a destruir las máquinas tragamonedas confiscadas a casinos ilegales. La primera partida de estos aparatos ya se ha convertido en un montón de hierros retorcidos.
La policía ya ha conseguido inutilizar más de 80 unidades, pero su número total se estima en más de 700. Este proceso se complica ya que los agentes no pueden destruirlas sin una orden judicial. No obstante, las autoridades afirman que de momento hacen todas las diligencias necesarias para acelerar el procedimiento.
Pero nuevas máquinas siguen apareciendo en los casinos ilegales. Los lotes de aparatos son de origen chino y son muy baratos. Por eso pueden compensar los gastos por la renta y compra en un día. Los precios de los aparatos y el beneficio que otorgan hacen que su eliminación sea muy complicada.