Un día de estos los albaneses acudieron a la plaza central de Pristina para dar la bienvenida al ex presidente estadounidense Bill Clinton, invitado de honor en la ceremonia de inauguración de la estatua que conmemora su papel en la guerra de Yugoslavia en 1999.
“Nunca hubiera esperado que alguien hiciera una réplica mía tan grande en alguna parte”, dijo Clinton a la multitud emocionada tras quitar el velo rojo del monumento, que reveló la estatua en bronce. Este hecho muestra que no siempre se dedican obras de arte a título póstumo.
La aparición de Clinton en persona al lado de su réplica de metal es un esfuerzo reciente por parte de Kosovo, que celebra el 10 aniversario de la guerra de la OTAN contra Yugoslavia, para atraer la atención mundial sobre su reclamación de independencia.
El año pasado Kosovo se proclamó independiente de Serbia de manera unilateral, sin que Serbia lo reconociese nunca como Estado. Mientras tanto, la provincia sigue siendo administrada por las fuerzas de la OTAN.
El ex presidente estadounidense mencionó también a su esposa Hillary Clinton, secretaria de Estado de EE. UU.: “Esta mañana he hablado con mi esposa y me ha dicho que me haga una foto con la estatua para enviársela y así comprobar que esto es verdad y no lo he inventado todo yo mismo.”
La estatua de bronce mide 3,5 metros de altura y representa al ex presidente con la mano izquierda alzada llevando documentos con la fecha de los primeros bombardeos aéreos de la OTAN sobre Yugoslavia (24/03/1999), día que para unos llegó a ser una vergüenza y para otros una victoria.
El monumento está erguido frente a un conjunto poco notable de apartamentos en el Bulevar de Bill Clinton, como se podía suponer.
No todos celebran
El 24 de marzo de 1999 la OTAN, sin consentimiento total del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, inició un ataque contra Yugoslavia liderada por el presidente Slobodan Milosevic tras las reclamaciones sobre la arbitrariedad de éste respecto a la mayoría de la población de Kosovo, los albaneses.
En los momentos que precedieron al ataque de la OTAN, Bill Clinton peleaba por su futuro político en medio de un embarazoso escándalo sexual con la joven estudiante Mónica Lewinsky. La victoria fácil sobre Yugoslavia se planteaba como una forma de distraer la atención pública del escándalo. De ahí la negativa de Clinton de autorizar la intervención de tropas terrestres en Kosovo.
En otras palabras, contando sólo con el bombardeo aéreo para “liberar” la ciudad, el presidente estadounidense se garantizaba una gran victoria política con pérdidas mínimas de las tropas nacionales.
En las 10 semanas que duraron las hostilidades, los aviones de la OTAN cumplieron más de 38 mil misiones de combate.
La campaña de bombardeo aéreo de 78 días se fue haciendo cada vez más agresiva y dejó intacta poca infraestructura: fábricas, puentes, carreteras y centrales eléctricas fueron bombardeadas con precisión mortífera. El resultado de aquello, miles de habitantes inocentes de ambas partes se vieron tremendamente afectados.
A pesar de las declaraciones de la OTAN de que la guerra iba a ser una “guerra limpia”, la campaña aérea demostró que la estrategia militar de “ataque quirúrgico” nunca puede emplearse sin traer consecuencias fatales.
Cinco bombas “inteligentes” de los EE.UU. afectaron gravemente la embajada de China en Belgrado, matando a tres periodistas chinos, lo que tal vez fue el peor momento para las relaciones públicas de la OTAN durante el conflicto. Los oficiales del bloque, tratando de calmar la furia de China, echaron la culpa a los mapas anticuados, pero las autoridades de China rechazaron tanto las excusas como las explicaciones.
Casi en los mismos días un avión de combate de la OTAN, creyendo que había descubierto una comitiva militar yugoslava, disparó contra un autobús que llevaba refugiados albaneses, lo que conllevó 50 muertes de los habitantes civiles.
Según las apreciaciones, cerca de 200 civiles de Kosovo fueron matados por las fuerzas de la OTAN, mientras que la organización Human Rights Watch ha podido comprobar 500 muertes de los civiles en Yugoslavia (fuera de Kosovo).
Se puso fin a las hostilidades el 10 de junio de 1999 cuando Milosevic aceptó las condiciones y se rindió.
No vale la pena mencionar que la campaña aérea de la OTAN (el primer conflicto militar en su historia) provocó una ola de críticas internacionales, especialmente en Rusia, donde tenían en mente la idea de ayudar a sus “hermanos eslavos”.
La tensión culminó a finales del mes de marzo de 1999 con un intento de atentar con un lanzagranadas contra la Embajada de EE. UU. en Moscú durante un mitin contra la guerra en Yugoslavia.
¿Qué le espera a Kosovo?
Hay gente que se pregunta por qué Kosovo ha escogido este momento para dedicar un monumento al ex presidente estadounidense que está vivo ya que, normalmente, tales honores se rinden a término póstumo.
Una de las razones es que la ciudad está envuelta en algo parecido a una guerra de relaciones públicas con Serbia por su independencia.
Los EE. UU. y otros países de la OTAN han apoyado sus reclamaciones de independencia, mientras que otros Estados, entre ellos China, la India y Rusia, siguen considerándolo parte integrante de Serbia.
Según la declaración que hizo el mes pasado el ministro ruso de Relaciones Exteriores, Serguei Lavrov, Rusia va a apoyar a Serbia en el juicio de las Naciones Unidas que se va a celebrar pronto sobre la legitimidad de la independencia proclamada en Kosovo.
Durante los coloquios con su homólogo serbio Vuk Jeremic, Lavrov dijo: “Insistiremos en que la ley internacional y las decisiones del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas tienen que observarse y que toda decisión unilateral que no corresponda a la Carta de las Naciones Unidas y a los principios de la OSCE (Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa) hay que evitarla”.
Belgrado llevó la causa de la autoproclamación de la independencia de Kosovo a la Corte Internacional de Justicia de las Naciones Unidas en La Haya, donde se abrirá el proceso el 1 de diciembre.
Recordando la irrupción en Pristina
En el contexto de la guerra en Yugoslavia, los rusos siempre recordarán Pristina por algo más que la estatua de bronce del ex presidente Bill Clinton, ya que es aquí donde Rusia arriesgó todo para garantizarse un área de mantenimiento de la paz al margen de las órdenes de la OTAN.
En la noche del 11 al 12 de junio de 1999, cerca de 200 soldados rusos de la SFOR (Fuerza de Estabilización), que estaban dispuestos en Bosnia, realizaron una irrupción espectacular en Kosovo a través de Belgrado después de que las tropas serbias empezaran la retirada y, lo que es aún más importante, después de que se supiera que Rusia no iba a tener su área de mantenimiento de la paz.
Resultó que Rusia, para susto de los líderes de la OTAN (especialmente para el general norteamericano Wesley Clark, quien ordenó a los ingleses bloquear los carros de combate rusos y recibió la rotunda respuesta del general británico Michael Jackson: “No voy a empezar la III Guerra Mundial para usted”), se hizo la primera fuerza de mantenimiento de la paz en Kosovo antes de que entraran las tropas de la OTAN.