Especialistas de la Organización Mundial de la Salud y el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia indican que Rusia se encuentra a la cabeza de Europa por la cantidad de adolescentes que acaban con sus vidas.
Se estima que sólo en 2010 se registraron en el país 23 suicidios por cada 100.000 habitantes. Y lo más alarmante es que las edades de quienes tratan de hacerlo van disminuyendo.
Marina, que sobrevivió a un intento de suicidio cuando tenía 18 años, todavía recuerda con mucho dolor aquel momento oscuro de su existencia. La muerte de su novio en un accidente de motocicleta fue sólo el principio de una cadena de acontecimientos que la llevaron al borde del abismo.
“Yo estuve muy nerviosa durante mucho tiempo, después me recuperé un poco y me dediqué a mis estudios. Pero, de repente, mi padre sufrió un infarto y le ingresaron en el hospital”, recuerda Marina.
El destino la fue emboscando en un drama detrás de otro hasta que eligió lo que, a su juicio, era la salida más fácil: fue a la farmacia, compró somníferos, se los tomó y cuando abrió los ojos vio que estaba en la cama de un hospital. Marina tuvo suerte, pero durante los últimos 20 años más de 800.000 personas que decidieron dar este fatídico paso en Rusia, no tuvieron la misma fortuna.
“Desgraciadamente, cada vez hay más menores que intentan quitarse la vida”, reconoce Victoria Potápova, presidenta de la asociación de psicoanalistas de Moscú. “Estoy hablando de los casos de niños de 8-9 años. A esa edad es cuando se supone que tienen que jugar y socializarse, pero en muchas ocasiones la presión de grupo los abruma”.
La situación se complica aún más a causa de los muchos sitios en Internet especializados en asistir a los que se inclinan por el suicidio. Estas páginas web no escatiman detalles que pueden inducirlos a optar por esta medida desesperada.
Los expertos indican que los jóvenes son los que menos prevén las consecuencias de sus actos porque están en la época de los cambios hormonales, del primer amor y del proceso de formación espiritual. Pero las razones pueden ser otras. Algunos creen que el origen de este fenómeno tiene que ver con el vacío moral de la nueva generación.
Hierofante Viacheslav, sacerdote de un templo ortodoxo en Leónovo (provincia de Moscú), opina que la raíz del suicidio en Rusia radica en "los muchos años de ausencia de espiritualidad y de perspectivas". "La gente no tiene aspiraciones, no busca su ideal. Entonces muchas personas consideran su vida inútil, y para ellos es más fácil cortarla que cambiarla", dice el cura.
En Rusia hace años que existen líneas telefónicas para prestar ayuda en los momentos críticos y centros de asistencia psicológica. Este sistema prevé la preparación de médicos para detectar los estados anímicos que suponen una amenaza real para el paciente, así como la introducción de nuevos métodos de terapia y de rehabilitación para niños y jóvenes. Por su parte, Marina quiere aportar su granito de arena haciendo que su experiencia sirva de lección a otros.
“En el hospital he entendido que la vida es un don que nos dan y simplemente no podemos rechazarla. He entendido que hay que apreciarla”, asegura Marina, que ha aprendido a valor cada día, incluso viviendo con el dolor de haber perdido a la persona que amaba.