Los recortes en Defensa son uno de los elementos claves del plan destinado a reducir el déficit estatal de EE. UU. en 1,5 billones de dólares durante la próxima década. Pero, a pesar de que han pasado meses desde que se alcanzó el acuerdo entre el presidente Barack Obama y sus opositores en el Congreso y se elevó el tope de la deuda estatal, la crisis está aún muy lejos de resolverse.
Durante dos meses el supercomité compuesto por seis republicanos y seis demócratas está reuniéndose a puertas cerradas para elaborar una plataforma común. El 23 de noviembre tendrán que presentar su programa de recortes. Sin embargo, no parece que los recortes en Defensa se hagan realidad.
El senador republicano Jon Kyl comenta que abandonará el supercomité si este aprueba la reducción del gasto militar. Leon E. Panetta, secretario de Defensa, por su parte advierte que los recortes en Defensa son lo mismo que "dispararnos en la cabeza". El republicano Howard P. 'Buck' McKeon comunica que si le hacen elegir, preferiría nuevos impuestos, algo a lo que siempre se había opuesto. Según el analista político Alfredo Gutiérrez, esta postura de los políticos se debe a lo que la industria militar de EE. UU. es ultrapoderosa y presiona mucho a los congresistas.
Pero si el Congreso finalmente opta por no hacer los recortes en Defensa, esto significará forzosamente reducciones desproporcionadas en salud, educación y programas sociales para los pobres.
Por otra parte, la incapacidad de hacer viable un acuerdo ya estipulado podría desembocar en que EE. UU. vuelva a perder su máxima calificación crediticia: las agencias calificadoras Moody's y Fitch ya advirtieron que podrían seguir el ejemplo de S&P que había rebajado en agosto la calificación de EE. UU. desde 'AAA' hasta 'AA+' debido a la incapacidad del Congreso norteamericano de llegar a una decisión común acerca de la deuda estatal del país. La pérdida de la máxima nota, respectivamente, causará tasas de interés mucho más altas para los estadounidenses y un encarecimiento de todos los aspectos de su vida.
Tomando en cuenta la indignación general que provoca ya en estos momentos la política económica de EE. UU. en una gran parte de sus ciudadanos, lo que les ha llevado a simpatizar con el movimiento de protesta 'Occupy Wall Street', es difícil pronosticar qué pasará cuando su situación financiera empeore aún más.
El índice de credibilidad del Congreso ha batido ya un récord histórico. Según ha mostrado el último sondeo, organizado por CBS News y The New York Times, solo un 9% de los norteamericanos tiene confianza en los congresistas.