Sin dejar de pisar el freno, el piloto quería despegar: este fue el error inicial del capitán del Yak-42 que causó la tragedia en la provincia de Yaroslavl el pasado 7 de septiembre. El Comité Interestatal de Aviación acaba de hacer públicas sus conclusiones de la detallada investigación del fallido despegue del avión Yak-42, donde pereció la mayoría del equipo de hockey Lokomotiv.
Los expertos culpan principalmente a la descoordinada actuación de la tripulación, que “no tenía previsto detener el despegue”, reveló el jefe de la comisión técnica del Comité Interestatal, Alexéi Morózov. "Todas sus acciones muestran la intención de continuar con el despegue, aún después de que el piloto se diera cuenta de una anormalidad durante la toma de velocidad."
Además, la tripulación actuó discordantemente en el manejo de motores y timones. En particular, el ingeniero mecánico que pudo haber percibido erróneamente el movimiento impulsivo de la columna del timón, dijo el experto. Para colmo, se informó que en la sangre del segundo piloto fueron hallados restos de fenobarbital, una sustancia anticonvulsiva prohibida para los pilotos. “Las personas que toman esa medicina no deben volar”, afirmó Morózov.
Según detectó la comisión, el el capitán del vuelo frenó el aparato sin querer durante la aceleración al mantener sus botas encima de los pedales del freno. Después arrastró el timón para despegar y así multiplicó la presión sobre los pedales. Cuando se elevó ya no podía hacer nada para arreglar las faltas cometidas. A rasgos generales esta fue la reconstrucción del fallido despegue.
La explicación de esta conducta es simple. El diseño del avión Yak-40, en el que el capitán había tenido una gran experiencia de vuelo, permite dejar la bota en el freno pues tiene un lugar especial para colocar en él los tacones. Sin embargo, el modelo que pilotaba el 7 de septiembre era diferente. Sus diseñadores comprendieron que si pedaleaba, el tripulante no apoyaría sus tacones sobre la palanca del freno, sino sobre el suelo, como en los automóviles.
El siniestro
El pasado 7 de septiembre, a bordo del Yak-42 viajaba el equipo de hockey sobre hielo Lokomotiv Yaroslavl junto con su entrenador y personal de asistencia. El vuelo, con destino a Bielorrusia, duró pocos segundos al precipitarse a un kilómetro de la pista del despegue.
La tragedia dejó 44 muertos, tanto rusos como extranjeros. El único superviviente del siniestro, el ingeniero Alexánder Sizov, aseguró a los investigadores del Comité Interestatal de Aviación que el aparato no tuvo problemas técnicos ni antes ni durante el despegue. Tampoco notó ningún desequilibrio en la distribución del peso.
La inspección de las cajas negras confirmó que todos los motores funcionaban con normalidad hasta el choque de la aeronave con el primer obstáculo terrestre.