La eliminación de cultivos ilícitos no es parte de la misión de la OTAN en Afganistán
Pese a que el movimiento Talibán ingresa una gran parte del dinero a través del tráfico de drogas, el secretario general de la OTAN, Anders Fogh Rasmussen, afirmó que la eliminación de los campos donde crece la amapola no forma parte de la estrategia de la Alianza. Según él, acciones de este tipo solo dejarían a los agricultores locales sin medios para vivir y esto aumentaría el apoyo al Talibán.
En vez de seguir esa estrategia, la OTAN va a proveer a los campesinos locales paulatinamente otro tipo de cultivos, que también les permitirá ganar dinero.
De momento Afganistán es el mayor productor de heroína del mundo, de allí sale el 90% de este estupefaciente. Hay que notar, que, según los representantes del Gobierno afgano, las plantaciones han aumentado desde que comenzaron las hostilidades militares en el país.
El experto de RT, Lajos Szaszdi, explicó, por qué la OTAN no pasa directamente a la eliminación de los campos: “Ahí está el problema muy serio, que demuestra la debilidad de la posición del Gobierno de Kabul, y también hasta cierto punto de la OTAN: el hecho de que no se atreven a combatir plenamente y abiertamente todo tipo de producción de amapola para no enemistarse con la población afgana productora por completo”.
La situación actual
Actualmente en Kabul las drogas son una cosa habitual: no asustan a nadie. Debajo de uno de los puentes en el centro de la ciudad hay decenas de personas drogándose. Ante la impávida mirada de los habitantes de la capital de Afganistán, los adictos se hacen un espacio entre los desperdicios y la basura que normalmente se arrojan a este lugar.
La situación es dramática. Un estudio encargado por el Departamento de Estado estadounidense aseguró que cada familia afgana tiene, al menos, un miembro que consume drogas. Los restos opiáceos se pueden encontrar en la leche materna, incluso los recién nacidos tienen morfina en la sangre.
Afganistán se ha transformado en una estricta sociedad islámica, donde el solo hecho de beber una cerveza está sancionado con 60 latigazos en la espalda. Pero lo cierto es que bajo citado puente es posible ver cómo se comercia con heroína, opio o marihuana. Todo es preparado y mezclado. Luego se fuma o inyecta entre todo ese montón de basura, comida descompuesta y un nauseabundo olor.
Ningún policía está cerca de este lugar, pero eso no es todo. Muchos de estos adictos no solo llegan para abastecerse, algunos llaman a este sitio hogar. Dicen, que el Gobierno no hace nada para ayudarles y que no tienen trabajo o algo para hacer.
La producción y el tráfico de drogas desde Afganistán afectan a muchos países, entre ellos a la Federación de Rusia. Ésta ha dejado de ser solo un lugar de tránsito para la droga. Año a año son más de 80 toneladas de heroína las que se quedan dentro del territorio ruso.
“Es absolutamente trágico que pese a los enormes recursos que la OTAN ha puesto en Afganistán, incluyendo el contingente militar, la producción de drogas aumente de esta forma”, opina el jefe de la Agencia Federal de Control de las Drogas de Rusia, Víktor Ivanov. “Por otra parte, el Jefe del Comité Militar de la OTAN, el Almirante de Di Paola, me dijo personalmente que la lucha contra las drogas no es parte de sus objetivos, que no hay una directriz al respecto”.
Muchos entendidos en el tema creen que esto es extraño. Sobre todo cuando parte importante de las ganancias del tráfico de drogas constituyen la fuente de financiación de los Talibán, justamente los enemigos de la OTAN en esa región de Asia Central.
La comunidad internacional gasta anualmente miles de millones de dólares estadounidenses para terminar con el tráfico de drogas en Afganistán, pero desde que la OTAN dijo que no tiene el respaldo legal para coordinar esa lucha, no se ven resultados positivos. Mientras tanto, las drogas afganas se hacen cada vez con más mercados.