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EE. UU. no condena la radicalización del Gobierno libio con la Sharía

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La Sharía o ley islámica será la fuente de la legislación para el nuevo Gobierno de la Libia pos-Gaddafi. Así lo han afirmado algunos representantes del Consejo de Transición (CNT). Sin embargo, al parecer a EE. UU. y la OTAN, que bombardearon el país bajo el pretexto de defender los valores demo
EE. UU. no condena la radicalización del Gobierno libio con la Sharía

La Sharía o ley islámica será la fuente de la legislación para el nuevo Gobierno de la Libia pos-Gaddafi. Así lo han afirmado algunos representantes del Consejo de Transición (CNT). Sin embargo, al parecer a EE. UU. y la OTAN, que bombardearon el país bajo el pretexto de defender los valores democráticos, no les inquieta este giro radical.

En las guerras modernas la percepción de cada conflicto depende de lo que está en el foco de las cámaras. Pero a veces sus giros parecen incomprensibles. Si durante las revueltas de la denominada 'primavera árabe' los medios norteamericanos mostraron los aparentes logros de la democracia en Libia, ahora empezaron a prestar atención a aquello sobre lo que antes hacían la vista gorda: las graves violaciones de los derechos humanos en ese país.

"Su líder interno expresó la esperanza de que el país sea islámico, que la poligamia sea legal de nuevo, según la ley Sharía", expresaron recientemente expertos en los medios norteamericanos.

La rígida ley islámica, donde a los ladrones les cortan las manos y las mujeres son apedreadas por adulterio, es incompatible con los valores democráticos, que son utilizados como excusa para las operaciones militares extranjeras.

Pero Libia, donde se está introduciendo ahora la Sharía, no es el único ejemplo de la estricta cooperación existente entre EE. UU. y los países árabes con un fuerte poder religioso.

La base de la Quinta Flota norteamericana, responsable de las fuerzas navales en el Golfo Pérsico, se encuentra en Bahréin, que también es conocido por su alto nivel de violaciones de los derechos humanos. Arabia Saudí tampoco es una excepción. Pero allí los intereses de Washington son más importantes que los valores democráticos, según opinan varios expertos.

"Arabia Saudí es un país dictatorial. No obstante, EE. UU. lo apoya. Esto demuestra que no importa si colaboramos con países democráticos o con los dictatoriales, o con un gobierno religioso. Son más importantes los intereses de la Casa Blanca en la región", opina Hasan Shilby, director del Consejo de Relaciones Americano-Islámicas.

"Arabia Saudí tiene la forma más extrema de la ley Sharía. A las mujeres se les prohíbe conducir un coche, no tienen derecho a votar. El adulterio de las mujeres se castiga con la pena capital. Y eso no les importa a los líderes de Washington. ¿Y por qué? Porque Araba Saudí cumple órdenes de EE. UU. en esta zona rica en petróleo", dice Brian Becker, miembro de A.N.S.W.E.R., Coalisión contra guerras.

En el marco de toda esta cooperación en la región, ahora los medios norteamericanos demandan a las nuevas autoridades libias por la misma atrocidad contra la que supuestamente lucharon las fuerzas de transición. Cuando uno de los enemigos principales está abatido ya no hace falta justificar al nuevo Gobierno y se puede hacer este tipo de preguntas. "Está hablando sobre esta primavera árabe que buscaba un proceso democrático. ¿Pero esto es real? No es lo que exactamente está pasando allí", se dice en uno de los programas de televisión estadounidense.

Las ilusiones democráticas mutan en las pantallas a violaciones de derechos humanos. Nunca se sabe qué otro giro realizarán los medios. Pero lo que sí está claro es que es tarde para denunciar atrocidades después de aplaudir y favorecer los hechos que las hicieron posibles.

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