Las tensiones no se calman ni en EE. UU. ni en Gran Bretaña. Ambos países están en alerta ante las próximas manifestaciones de protesta contra la política de estos gobiernos.
En EE. UU. el movimiento 'Ocuppy Wall Street' tiene la intención de realizar una marcha masiva de dos semanas desde Nueva York a Washington. Se espera que un grupo de activistas del movimiento salga desde la plaza Zuccotti, en Manhattan, el próximo miércoles por la tarde. Según su plan, deben llegar al punto de destino el 23 de noviembre, que es el plazo final fijado para el comité bipartidista de 12 miembros del Congreso estadounidense que tiene que llegar a un acuerdo sobre la reducción de gastos.
Los organizadores de la acción esperan que a lo largo del camino aumente considerablemente la cantidad de participantes en la marcha.
Al mismo tiempo la capital británica sufre una tensa espera por las protestas estudiantiles previstas para este miércoles. Mientras los estudiantes se preparan para manifestarse contra el incremento de las tasas y los recortes del gasto público, la Policía londinense, a primera vista, ya está lista para una 'guerra'.
Según las previsiones, a la marcha acudirán unos 10.000 manifestantes.
La Policía ya está con la lanza en ristre, con las balas de plástico y los vehículos blindados. Alrededor de 4.000 agentes con equipo antidisturbios vigilarán las calles de la ciudad, según el portavoz de Scotland Yard, Simon Pountain. "Conocemos una enorme cantidad de estudiantes que respetan la ley y esperamos que este evento sea pacífico", aseveró Pountain.
A pesar de las esperanzas de un final pacífico, existe el temor de que se repitan los disturbios de agosto pasado que se cobraron la vida de cinco personas y una gran cantidad de heridos, y generó duras críticas contra la Policía por las ineficientes medidas contra los manifestantes.
Está previstó seguir la política de contención, es decir, rodear a los manifestantes y mantenerse en una zona previamente decidida por las autoridades, pero "si [los agentes de Policía] son golpeados y sus vidas corren peligro, entonces utilizaré balas de goma para protegerlos", afirmó Pountain.
No solo Gran Bretaña se ve sacudida por el temblor de las protestas: en algunos países europeos los empleados del sistema de transporte están en huelga. En Portugal la huelga de transporte público en protesta por las medidas de austeridad implementadas por el Gobierno ha paralizado la circulación ferroviaria.
Los conductores de autobuses de Italia también han comenzado una huelga. Según los testigos, en las calles se registran unas largas filas de los que quieren usar el transporte público. Con este paro exigen el mejoramiento de las condiciones de trabajo, el aumento del salario y la celebración del denominado pacto colectivo que regularía el trabajo de todo el sector del transporte.
Por su parte, los empleados del sector ferroviario de Francia están en huelga desde el lunes. En particular, están insatisfechos con los planes de la Unión Europea de atraer a nuevos jugadores al mercado del transporte de pasajeros. La gente está preocupada por las posibles futuras restricciones vinculadas con esta medida.