La estancia en los centros de detención de la Oficina de Inmigración y Aduanas de EE. UU. (ICE, por sus siglas en inglés) le costó la vida a 126 inmigrantes indocumentados. La cifra corresponde a un período de ocho años, entre octubre de 2003 y octubre de 2011.
El último caso fue el del mexicano Pablo Gracida Conte. El hombre, de 54 años de edad, falleció el 30 de octubre en el Centro Médico de la Universidad de Arizona, en Tucson. Pasó internado seis días después de que empezara a mostrar síntomas de falta de respiración y mareo en el centro de detención de la ciudad de Eloy, en el estado de Arizona. Su diagnóstico no se ha revelado. Pablo pasó en el centro más de cuatro meses: había sido detenido en California a inicios de junio.
Ha sido el undécimo indocumentado que muere en los centros del Servicio Migratorio de EE. UU. en lo que va de año y el tercero durante octubre.
La lista completa de los muertos está compuesta por nueve páginas. Incluye personas de edades avanzadas, como el haitiano Joseph Dantica que perdió la vida en noviembre de 2004 a los 81 años a causa de una pancreatitis crónica, y jóvenes de 22 años, como el mexicano Raudel Carlos-Cortez y el colombiano Felipe García Sánchez, fallecidos en 2006. La mayoría de los 126 son de origen hispano, sobre todo cubanos (32 personas) y mexicanos (24).
Según la cifra de la Unión Americana de Libertades Civiles (ACLU), en 2010 los 250 centros de detención de inmigrantes de EE. UU. contaban con unos 363.000 reclusos. La ACLU acentúa la falta de cuidado médico adecuado en todos ellos. Los testimonios de gente que se cartea con ellos señalan que no les prestan atención cuando se quejan de problemas de salud y les hacen esperar mucho hasta que llega el cuidado especializado que necesitan.
Sydon Kabore, Burkina Faso:
"He cumplido 17 meses ya como recluso del ICE. Me han tratado muy mal. Perdí la visión en mi ojo izquierdo, pero al ICE no le importó. Podemos ser inmigrantes, pero todavía somos seres humanos. Es una experiencia que no le deseo a nadie".
La Unión asegura que el interés principal del ICE siempre fue para los inmigrantes de origen hispano. Comentan que sus agentes hacen recorridos selectivos por los barrios latinos y los puestos de trabajo y pueden interrumpir en las casas a cualquier hora, sin ni siquiera una orden judicial.
La ACLU insiste en que tener aspecto latino y hablar español no puede ser una causa suficiente para ser interrogado y arrestado. Sostiene que el Gobierno debe poner más énfasis en las circunstancias de los arrestos y las condiciones de los reclusos en los centros de detención, y acentúan que es una necesidad vital hoy en día en que el número de deportados es mucho más alto.