Soldados de EE.UU. que matan por gusto, entre el deber y la perversidad
Un soldado estadounidense fue sentenciado a cadena perpetua por el asesinato de tres civiles en Afganistán. El acusado aseguró que lo había hecho “por gusto”.
La investigación del caso reveló que Calvin Gibbs, de 26 años, ordenó a sus subordinados matar a tres civiles durante un patrullaje en Kandahar. Esto porque estaba "aburrido" y tenía ganas de hacerlo, dijeron los testigos.
Tras matarlos Gibbs les cortó los dedos y les arrancó los dientes para conservarlos como “trofeos”. El acusado confesó que guardar los dientes y dedos de sus víctimas era para él equivalente a “conservar los cuernos de los ciervos”.
Tres ayudantes del soldado también fueron declarados culpables del crimen, dos de ellos describieron a Gibbs como a un líder sanguinario que le gustaba burlarse de sus víctimas, y mover sus restos como si fueran marionetas.
El acusado insistó varias veces que era inocente e incluso dijo que en uno de los casos reaccionó a los ataques armados de los afganos. Sin embargo, los fiscales probaron que Gibbs y otros soldados abrieron fuego contra los civiles, aún cuando estos no representaban ningún peligro para ellos. Además, después del asesinato les sembraron armas para simular un ataque.
El soldado podrá apelar la sentencia dentro de nueve años.
Este no es el primer caso en que soldados desplegados en Afganistán son acudos de homicidios y profanación de cadáveres. A principios de agosto pasado ese inició la investigación de un soldado que supuestamente cortó dedos a talibanes abatidos para hacer souvenirs.