La Liga Árabe tiene que exigir el cese de la violencia no solo a las autoridades sirias, sino también a la oposición de este país. Así lo declaró el ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov luego de que la organización le diera a Damasco un plazo de tres días para frenar la represión y permitir la entrada de unos 500 observadores internacionales en el país.
Los duros enfrentamientos que Siria lleva viviendo durante los últimos ocho meses se saldaron con unos 3.500 muertos por el momento, según datos de la ONU. Estas cifras no han podido dejar indiferentes ni a sus países vecinos, ni a la comunidad internacional. Sin embargo, la intervención extranjera parece estar dejando a un lado el verdadero objetivo. Muchos expertos coinciden en que las decisiones de la Liga tienen un trasfondo político internacional y que la organización no tiene en cuenta los intereses del pueblo sirio. Ya no se trata de una exigencia de reformas sino de un intento de desestabilizar el país.
Presión internacional
Anteriormente la Unión Europea impuso una serie de sanciones contra Siria, entre las que estaban la suspensión de créditos y la prohibición de entrar al territorio comunitario a varios políticos afines a Bashar al Assad. Sin embargo, numerosos analistas opinan que estas medidas, presentadas como una vía de salvación, se han convertido en una herramienta de castigo usada por las grandes potencias occidentales. En muchos casos, es el pueblo el que más padece esas sanciones por no tener acceso a medicinas o tecnologías que podrían salvar vidas, afirma Sara Marusek, especialista de la Universidad Syracuse de Beirut (Líbano).
Mientras, la situación parece empeorar ahora que Turquía se suma a la política de la Liga Árabe anunciando además sus planes de cortar el suministro de electricidad a Siria, iniciado en 2006. Y todo esto a pesar de que Bashar al Assad ha mostrado reiteradamente su intención de seguir el plan de reformas ofrecido por el organismo. De hecho, las autoridades sirias, para seguir la hoja de ruta propuesta por la Liga ya han liberado en los últimos días a más de mil manifestantes detenidos durante las protestas antigubernamentales. Al Assad todavía desea negociar y le preocupa la opinión de sus vecinos, señala Marusek.
Pero este deseo parece diluirse en la obstinación de algunos activistas. Un grupo en pro de los derechos humanos (Syrian Observatory) insiste en establecer una zona de exclusión aérea nacional. Pero esta vez, la posibilidad de que se repita el escenario libio en territorio sirio sería imposible ya que Rusia ha anunciado su disposición a usar su derecho a veto en el Consejo de Seguridad de la ONU. Asimismo Moscú insta a que ambas partes del conflicto recurran al diálogo y no a la violencia.
¿Qué busca la Liga Árabe?
La Liga Árabe trata de imponer sus propias reglas en esta situación, algo que ha levantado fuertes críticas en su contra. Los que censuran la postura de esta organización hacen hincapié en que algunos de los países miembros de la Liga no tienen Constitución (de hecho, esas naciones “ni tienen, ni saben lo que es la democracia”, asegura Alí Hamdan, ayudante de Nabil Berri del Movimiento chií Amal del Líbano) pero insisten al mismo tiempo en que Siria modifique su Carta Magna y desarrolle la democracia que tiene. “Es algo irónico y paradójico al mismo tiempo”, añade Alí Hamdan.
La analista política Laila Tajeldine agrega a eso que “Siria se ha distinguido como uno de los ejes antiimperialistas de la zona”. A su juicio, eso divide a algunos países que componen la Liga Árabe. Y al mismo tiempo, esa asociación regional se ve “apoderada por países colonizados que responden a la política de Estados Unidos y sus aliados”. Tajeldine opina que este es el motivo que impide que la voz de Siria se manifieste en la Liga, como ya ocurrió antes con Libia. “Hoy este seno solamente responde a Estados Unidos y no le interesa escuchar a una nación soberana e independiente como lo es Siria”, sostiene la experta.
En sus recientes declaraciones, la Liga insta a sus miembros a retirar a los embajadores de Damasco: una actitud que podría tener consecuencias inmediatas en la política de la zona. Y si esta organización tiene tanta influencia sobre los países de la región como se presume, cabe preguntarse si serán sus intereses y no los de la población siria los que imperarán para llegar a la solución de una profunda crisis.