En muchos lugares del mundo, 50 grados bajo cero sería una temperatura catastrófica, pero no tratándose de Yakutsk, la capital de la República de Sajá, también llamada Yakútia, en el Lejano Oriente de Rusia. Allí, la norma ambiental es de extremosas condiciones climáticas que, no obstante, han servido como un perfecto congelador para los restos de mamuts.
En esta región el suelo se congela hasta 1,5 kilómetros de profundidad conservando tanto los huesos de estos animales prehistóricos como sus tejidos blandos. De los restos de esqueletos de estos mastodontes, los artesanos locales labran todo tipo de collares, pulseras, cinturones y joyería diversa que es muy cotizada. Así, aunque estas tierras han sido explotadas y valoradas por su diversidad de recursos minerales como el oro y la plata, el verdadero tesoro que se esconde en el subsuelo es el marfil.
La industria del marfil
En los diversos talleres de la región hay decenas de artesanos que con la máxima concentración dan vida a distintos objetos elaborados con el marfil de mamut. El tallador de colmillos Alexéi Andréev explica que su trabajo es duro, pero interesante, especialmente a la hora de buscar la materia prima, es decir los colmillos, pues es cuando se descubren lugares muy especiales. El colmillo más pesado que encontraron fue de 60 kilos, pero incluso podría haber de 130 kilos.
El precio de los objetos artesanales es muy alto en el mercado, lo que hace que desde hace algunos años esta actividad sea realmente provechosa. El director general de la empresa ‘Joyas de Yakútia’ está muy contento con el progreso que ha hecho su compañía: “A nosotros nos ha ido bien, en el 2005 tuvimos un ingreso neto de 700.000 rublos, este año podríamos alcanzar los 20 millones.”
Pero este comercio tiene ahora un obstáculo: no puede ampliar sus mercados. La legislación rusa no permite exportar la producción a China, por ejemplo. Hace falta conseguir un certificado en el Ministerio de Cultura que consigne que nada de lo que se quiere exportar tiene un valor artístico, lo que toma mucho tiempo y hace más lento el comercio internacional. Se espera que la adhesión de Rusia a la OMC mejore las cosas.
El interés de los investigadores
Los mamuts no solo despiertan interés en quienes venden sus colmillos, sino también en la comunidad científica, que puede estudiar ejemplares que permanecen en un excelente estado de conservación. La mayoría de los hallazgos supera los 50.000 años de antigüedad y alrededor del 90% de todos los fósiles conservados con los tejidos blandos han sido encontrados en el territorio de Sajá.
Algunos científicos no descartan que a partir de estos restos sea posible clonar un mamut y así devolver a estas tierras el animal que reinó allí durante miles de años. Si esto llega a ser realidad, la región recuperará una valiosa parte de su cultura y riqueza, que apenas se ha empezado a descubrir.