La intervención extranjera para imponer la democracia en Libia está dando sus primeros ´frutos´: las represalias. Según un informe de la ONU, miles de personas han sido detenidas y encarceladas en instalaciones controlas por las “brigadas revolucionarias”.
Entre los detenidos hay extranjeros, mujeres y niños, y se informa de supuestos casos de abusos y tortura.
En su informe, el secretario general de la ONU señala que los prisioneros políticos del régimen de Muammar Gaddafi han sido liberados, mientras que unas 7.000 personas están entre rejas extrajudicialmente debido a la “falta de policía y de justicia”.
Muchos de los encarcelados son ciudadanos o inmigrantes de otros países africanos, que ahora son sospechosos de haber sido mercenarios de Gaddafi.
“Se informó de casos de maltrato a personas solo por el color de su piel”, afirmó Ban Ki-moon en el documento divulgado previamente a la reunión del Consejo de Seguridad de esa organización, en donde se analizará la situación en el país árabe.
Un camino largo para el respeto a los derechos humanos
Aunque el gobierno de transición ha comenzado a asumir el control de las milicias “queda mucho por hacer para prevenir los abusos”, aseguró el secretario general de la ONU.
En otro comunicado difundido el miércoles, Ban Ki-moon señaló "los numerosos desafíos que Libia tiene por delante, incluyendo algunos cruciales como la reconciliación nacional, la seguridad pública, la protección de los derechos humanos y la reanudación de los servicios básicos para los libios".
Los países occidentales involucrados en los ataques aéreos contra las fuerzas de Gaddafi han apoyado al Consejo Nacional de Transición y al nuevo gobierno interino, pero han hecho hincapié en la observancia de los derechos humanos.
Sin embargo, estos mismos países, al apoyar la resolución 1973 en el Consejo de Seguridad en marzo pasado, de hecho dejaron las manos libres a la OTAN para la injerencia militar en el conflicto en Libia.
El informe señala que durante la guerra no solo las fuerzas de Gaddafi sino también los insurgentes cometieron acciones equivalentes a crímenes de guerra. Para comprobarlo bastará recordar las circunstancias de la captura y muerte del mismo Muammar Gaddafi.