La negativa de Washington a ofrecer garantías jurídicas de que su sistema antimisiles no amenazará a Rusia es un signo de que la Casa Blanca no quiere "atarse las manos". Esta es, al menos, la opinión del analista político Emilio Viano sobre la actitud de EE. UU., que no solo obstaculiza el diálogo con Rusia sobre el escudo antimisiles sino que además obliga a Moscú a tomar medidas como respuesta.
"EE. UU. y la OTAN no quieren dar garantías jurídicas porque piensan que limitarían sus opciones, porque nunca se sabe qué puede pasar en un conflicto entre Irán y Europa, OTAN y EE. UU.", según las declaraciones a RT de Viano.
Por otro lado, el presidente estadounidense, Barack Obama, "necesita demostrar firmeza en su política" para defender a los socios europeos y los intereses de EE. UU. en Oriente Próximo en el contexto de una "supuesta amenaza de los misiles nucleares de Teherán", subrayó el analista.
Respuestas forzadas
No está demostrado que alguno de los llamados ‘países problemáticos’, como Irán, posea misiles con un alcance de entre 5.000 y 8.000 kilómetros, los necesarios para amenazar a Europa, tal y como aseguró ya en 2007 el entonces mandatario ruso Vladímir Putin. Por eso Moscú no ve qué necesidad hay de desplegar elementos del sistema antimisiles en territorios cercanos a la frontera rusa, como en Polonia.
De todas maneras, en noviembre de 2010, en la cumbre de Lisboa, Rusia y la OTAN acordaron colaborar en la defensa antimisiles de Europa. Pero las negociaciones se vieron entorpecidas por la actitud de EE. UU., que no tiene en consideración a las fuerzas e intereses estratégicos rusos.
En esta situación, Rusia puede verse obligada a adoptar 'contramedidas', entre ellas la puesta en marcha de un nuevo radar en la provincia más occidental del país, Kaliningrado, y la instalación de misiles móviles Iskander en el oeste y en el sur de Rusia.
Aún así, Moscú apuesta por la vía del diálogo para llegar a un acuerdo común "hasta que Washington supere el punto de no retorno en este asunto", es decir, hasta que Rusia verifique definitivamente que el escudo antimisiles afecta a las zonas de control de las fuerzas nucleares estratégicas rusas, según Dmitri Rogozin, embajador de este país ante la OTAN.