Los secretos del KGB duermen en los archivos, pero no en la mente
Pase a que la época soviética terminó, el recuerdo del KGB se mantiene vivo. Así, sus agentes todavía son personajes frecuentes en las películas hollywoodienses, mientras que para los turistas, su sede capitalina aún es una de las curiosidades más atrayentes.
Por años fue una verdadera fuente de inspiración de novelistas y cineastas de Hollywood. Para ellos el KGB era una factoría inagotable de villanos tan misteriosos como efectivos. Pero toda historia tiene dos caras y esta entidad de seguridad también era valorada por algunos de los ciudadanos que decía proteger, sobre todo de las amenazas externas.
La entidad que daba miedo
Pero durante la era comunista, el KGB también fue una entidad, que de manera organizada y sistemática, reprimió cualquier atisbo de disidencia dentro de las fronteras soviéticas.
“Los comunistas nunca se sintieron seguros en el poder, porque lo querían de forma ilegítima. Para seguir ahí necesitaban crear un enemigo interno contra el que luchar... incluso en el partido tenían miedo del KGB”, confiesa el escritor Semyon Vilensky. Pero esa época terminó.
Aparato de espionaje en América Latina
La caída del régimen comunista también supuso el final de este organismo. Hace 20 años dejó de existir formalmente, aunque su recuerdo persiste en el imaginario colectivo.
El servicio de seguridad soviético fue uno de los símbolos de la Guerra Fría, y su legendario aparato de espionaje se hizo famoso al operar en distintas partes del mundo, incluida Latinoamérica.
En Cuba fue donde esta colaboración adquirió más importancia. No solo se cultivaron buenas relaciones políticas, sino también largas amistades. Durante años, adjuntos al personal diplomático y los agentes del KGB trabajaron conjuntamente con elementos locales. Cuba necesitaba hacer frente a los que se proponían derrumbar la revolución.
“Los cubanos se dieron cuenta que no eran tan fuertes para defender su revolución, comenzaron a buscar aliados en los países del mundo socialista”, cuenta Nikolái Leonov, un ex oficial del KGB.
Oleg Nechiporenko trabajó 40 años en la entidad. De ellos, una parte importante los pasó asignado en México y Nicaragua. Fue testigo privilegiado de los años más calientes de la Guerra Fría. Parte importante del trabajo consistía en elaborar distinto tipo de propaganda para minar la imagen del enemigo, en ese entonces EE. UU.
Rusia y EE. UU.: no siempre enemigos
Pese a estar en posturas antagónicas, los servicios soviéticos y estadounidenses no fueron siempre enemigos. De hecho se dieron curiosos casos de confraternización.
“Algunas veces inclusive organizamos algunos encuentros deportivos entre las estaciones, por el día, pero por las noches nos separamos para organizar el trabajo de unos contra otros”, relata Nechiporenko.
Las posibilidades de organizar estos encuentros terminaron para el agente cuando el Gobierno mexicano lo declaró ‘persona non grata’ y lo expulsó del país.
El KGB fue reemplazado por el Servicio Federal de Seguridad de Rusia. Sus objetivos y la situación en la que operan los hacen diferentes. De todos modos, el KGB seguirá siendo un punto de interés. Mucha información acerca de sus operaciones duerme en los archivos y aún sigue sin hacerse pública, a la espera de salir a la luz para continuar alimentando la mítica imagen del servicio secreto soviético.