El 26 de diciembre de este año que termina marca el 20º aniversario de la caída de la Unión Soviética, el primer Estado comunista de la historia que se convirtió en una superpotencia nuclear hasta que en 1991, casi 70 años después de su fundación, su desaparición trastocó radicalmente el equilibrio geopolítico el mundo, instalado en la Guerra Fría desde el fin de la Segunda Guerra Mundial.
En medio del total fracaso de las reformas propuestas por el último secretario general del Partido Comunista y único presidente de la URSS, Mijaíl Gorbachov, la situación económica se degeneró de forma drástica, lo que estimuló los procesos separatistas entre las repúblicas de la Unión.
En agosto de 1991 varios miembros del ala dura del Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS), protagonizaron un intento de golpe de Estado, al frente de un Comité Estatal para el Estado de Emergencia con el fin de devolverle al PCUS su control estricto sobre el país.
El golpe fracasó, las repúblicas fueron proclamando su independencia una a una, y el 8 diciembre los líderes de Rusia, Ucrania y Bielorrusia firmaron el acuerdo que supuso la desintegración de la URSS. El 26 de diciembre, previa ratificación del Soviet Supremo de la URSS, la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas desapareció formalmente del mapa, y con ella la bipolaridad soviético-norteamericana que marcó la historia de la humanidad durante la segunda mitad del siglo XX.