Uno de los países más tranquilos de Europa, Noruega, en un solo día experimentó la atrocidad más severa desde la Segunda Guerra Mundial. Un doble atentado perpetrado por un empresario noruego dejó 77 muertos.
El 22 de julio, el nacionalista e islamófobo Anders Behring Breivik detonó un coche bomba en el complejo gubernamental de Oslo, causando ocho víctimas fatales. Inmediatamente después se trasladó a la isla de Utoya, a 45 kilómetros de la capital noruega, donde disparó en forma indiscriminada matando a otras 69 personas en un campamento de jóvenes aspirantes políticos. Luego se entregó a la policía.
El 29 de noviembre Breivik fue declarado, por los psiquiatras, mentalmente insano. En un informe que entregaron al Tribunal de Oslo afirman que no estaba en pleno uso de sus facultades mentales cuando perpetró la masacre y por lo tanto no debería asumir la responsabilidad de la misma.