Un acto terrorista sin precedentes sacudió Minsk, la capital de Bielorrusia, el 11 de abril. Por la tarde en la estación de metro Oktiábrskaya se registró una potente explosión que se cobró la vida de 15 personas y causó heridas a más 300.
Dos días después del atentado el presidente de Bielorrusia, Alexánder Lukashenko, informó que los dos autores de la masacre, Dmitri Konoválov y Vladislav Kovalev, habían sido detenidos. Tras meses de investigación, un tribunal bielorruso condenó a la pena capital a Konoválov como autor intelectual del atentado y a Kovalev por actuar como cómplice. La sentencia que condena a ambos a ser fusilados no puede ser revisada.
La tragedia de abril fue el primer atentado en la historia del metro bielorruso y el segundo en la historia del país. Por eso el atentado tuvo un gran impacto entre la población. Ahora es cuestión de tiempo que los ciudadanos y los parientes de las víctimas inocentes superen el horror desatado en un país poco acostumbrado a la sombra del terrorismo, tras aquel negro 11 de abril.