Chequia festeja 20 años de la Revolución de Terciopelo

La República Checa festeja los 20 años de la Revolución de Terciopelo (el derrocamiento pacífico del régimen comunista). Comenzó el 17de noviembre de 1989. Cincuenta mil estudiantes salieron a las calles de Praga bajo un lema que pronto se convirtió en la consigna de la Revolución de Terciopelo: "La

La República Checa festeja los 20 años de la Revolución de Terciopelo (el derrocamiento pacífico del régimen comunista). Comenzó el 17de noviembre de 1989. Cincuenta mil estudiantes salieron a las calles de Praga bajo un lema que pronto se convirtió en la consigna de la Revolución de Terciopelo: "La verdad y el amor van a vencer a la mentira y el odio".

Jan Zahradil, miembro del Parlamento Europeo, lo recuerda como si fuera ayer. Él mismo participó en las protestas: “Por primera vez en la vida vi a tanta gente unida con banderas en las manos, cantando himnos… miles y miles de personas. No queríamos el régimen comunista. No podía cubrir las necesidades básicas de las personas”.

Después, se inició una oleada de manifestaciones por todo el país. La dirección del Partido Comunista había decaído. Y a principios de diciembre llegó al poder en Checoslovaquia el primer gobierno no comunista postbélico, y luego el dramaturgo y disidente Vaclav Havel se hizo jefe de Estado.

Hoy en día el primer presidente de Checoslovaquia (unión de Chequia y Eslovaquia hasta su separación pacífica en 1993), que también fue el primer presidente cuando el país pasó a ser la actual República Checa, pronunciará un discurso dirigido a los participantes de aquella revolución. Y su tocayo, el actual jefe de la República Vaclav Klaus, colocará una ofrenda floral en el monumento dedicado a los acontecimientos de noviembre.

Los checos van a recordar los tiempos del comunismo. De hecho, según las encuestas, muchos ciudadanos todavía sienten nostalgia de esa época.

Jiri Mashtalka, miembro del partido comunista de la República Checa, asegura: “Nos prometían un mundo unipolar y nada de alianzas militares hace 20 años. ¿Y ahora? Entramos en la OTAN y nuestros soldados mueren en Afganistán sin que tengamos ningún interés en ello”.

Hoy en día los ciudadanos de Praga tienen la posibilidad de meterse de cabeza en la vida soviética gracias a diversas recreaciones: en algunas tiendas los checos pueden ponerse en la cola e intentar comprar, con los precios de aquella época y pagando con dinero socialista, “los productos deficitarios” -aquellos que escaseaban por la mala gestión del Gobierno-, como el papel higiénico, que dicho sea de paso también fue un símbolo en la Revolución de Terciopelo (los checos "adornaron" el monumento a Carlos IV en el centro de Praga con este material).

Petr Uhl, antiguo disidente, señala: “Perdimos algunas garantías como la asistencia sanitaria gratuita. Pero ahora reina la ley, la policía cumple con sus funciones y, lo más importante, el Gobierno protege los derechos humanos”.