Trabajar más horas, comer barato y acudir a la biblioteca en lugar de comprar libros de texto… Estas son algunas de las medidas que adoptan los estudiantes estadounidenses para evitar contraer deudas y reducir al mínimo los préstamos para la enseñanza.
Eloy Oakley, el rector de Long Beach City College, cree que "los préstamos abusivos de los prestamistas privados y las compañías de tarjetas de crédito han asustado a los estudiantes". Según Oakley, los estudiantes tienen la idea preconcebida de que "toda deuda es mala", lo que es motivo generalizado de preocupación. "Y con razón", añade.
Pese a la grave situación financiera, marcada por la alta tasa de desempleo y el número récord de personas que viven en condiciones de pobreza, los bancos no dejan de ofrecer altas tasas de créditos en plena crisis.
A este respecto, el analista económico Claudio Loser considera que la mejor opción para resolver el problema sería precisamente la de "reducir el capital de la deuda", algo que "los bancos no quieren hacer", dijo a RT.
Asimismo, el experto subraya que la consecuencia directa del problema es que "habrá menos gente en las universidades" y la calidad de educación se reducirá. Según Loser, los universitarios becados serían los más afectados.
Un temor justificado entre los estudiantes de color
A pesar de tener más necesidades económicas, los estudiantes hispanos (afectados por un índice de pobreza de un 30%), los afroamericanos y los asiáticos muestran tasas de endeudamiento más bajas.
"La vida sería un poco más cómoda si pidiera prestado", reconoce Isaac Romero, de 22 años, un estudiante de tercer año, que mientras estudia trabaja casi 40 horas a la semana en una empresa de personal.
"Podría tener un coche y no tendría que tomar el autobús durante dos horas", añade Isaac, que se duele al recordar a sus padres agonizantes en medio de cuentas sin pagar. "A varios de mis amigos les han decomisado sus vehículos por no pagar y no quiero pasar por eso", confesó.
Un remedio peor que la enfermedad
Las encuestas reflejan que los jóvenes que se beneficiaron de créditos de estudio y ya se graduaron aún no han podido encontrar trabajo debido a la recesión económica. Sin embargo, varios analistas en educación opinan que los universitarios que intentan evitar deudas a toda costa, pueden terminar con algo mucho más dañino que una deuda de préstamos estudiantiles.
Para pagar la escuela y reducir al mínimo los préstamos, los universitarios invierten más horas en trabajos y se matriculan en menos asignaturas, por lo que es menos probable que estudien a tiempo completo.
Además, los estudiantes prefieren matricularse en instituciones menos selectivas y con cuotas más bajas, atraídos por la posibilidad de ahorrar dinero, lo que en realidad, según los analistas, puede entrañar riesgos para su formación.
"De hecho, si alguien toma algo de préstamo es más probable que termine. Si puede ir a una institución más selectiva, que le dé más recursos y apoyo, es más probable que concluya", constata Deborah Santiago del grupo 'Excelencia en Educación', una organización sin fines de lucro.
Los expertos en educación ven la solución al problema en ayudar a los estudiantes a que comprendan mejor las complejidades de la ayuda financiera: la diferencia entre los préstamos gubernamentales y privados, la cantidad de deuda que puede ser manejable, y los probables beneficios de diversas licenciaturas y especialidades.