Pese al desplome histórico del precio de la vivienda, la gravedad de la crisis económica es tal, que la generación de jóvenes españoles no aspira a tener una casa en propiedad al no poder contar con un salario suficientemente alto para conseguir un crédito hipotecario.
A sus 35 años Valeria forma parte de la larga lista de ciudadanos de a pie perjudicados por la crisis y la consiguiente restricción del crédito, lo que ha provocado la caída en picado de las ventas de viviendas, alcanzando el mínimo histórico en España.
“Es prácticamente imposible pensar en la posibilidad de comprarte un piso hoy en día”, se queja Valeria Rodríguez. Dice que en los últimos años han bajado bastante los precios pero, sin embargo, “te encuentras con que los bancos siguen sin darte crédito”. La dificultad de conseguir una hipoteca se duplica si se añade la inestabilidad laboral que reina en el país, opina Rodríguez.
Las dificultades para los jóvenes se multiplican considerando que en cualquier momento pueden pasar a engrosar las filas de desempleados jovenes, cuya tasa ronda el 50%, mientras que el paro general alcanza el porcentaje record del 21%.
La trampa juvenil
La juventud se ve atrapada en un círculo vicioso: no les queda otra alternativa que vivir de alquiler, ya que la variante de alquilar con opción de compra no es viable. Según datos de los expertos, los jóvenes españoles cobran un 78% menos de lo que deberían para poder convertirse en propietarios de una casa, sin sobrepasar el umbral máximo de endeudamiento aceptado por las entidades financieras.
La crisis retrasa la emancipación
A ello se añade otro problema: aunque el hogar familiar supone un refugio para cualquiera, el no poder salir del mismo puede generar problemas psicológicos, afirman los científicos.
“Sobre todo por la situación de frustración que empieza a aparecer en torno a los 28, a partir de los 28-34 años”, advierte el sociólogo Gonzalo. “La edad de emancipación cada vez se retrasa más, cada vez está siendo más alta y nos encontramos con jóvenes de 30, 32, 34 años que todavía no han logrado emanciparse”, apunta el experto.
Y eso que los precios de la vivienda ya están al nivel de 2005 y continúan su tendencia a la baja. Pero esto no basta para revertir la situación, ya que la compraventa de viviendas ha disminuido sólo en este año un 30% respecto a 2010.
“Desgraciadamente estamos en un momento que cuesta muchísimo vender casas. El que tiene una casa la pone a un precio que el comprador considere que es una ganga, una ocasión, una oportunidad, pues al precio de mercado prácticamente no se vende nada”, explica el propietario inmobiliaria Mariano Blanco.
Frenazo en la construcción
No sólo no se vende, sino que tampoco se construye. Llama la atención que en 2011 los visados de nueva obra no hayan superado la barrera de los 100.000, un número casi nueve veces menor al registrado antes de la crisis. Hace 40 años que en España no se daba una cifra similar. Este frenazo del sector afecta negativamente a la economía e impide su normal desarrollo, ya que la construcción es uno de los motores cruciales para el progreso sostenible.
"Tenemos una necesidad de entre 300.000 y 400.000 viviendas al año", indica Aniceto Zaragoza, director general de la agrupación de fabricantes de cemento de España. Esto significa que todavía mucha gente que quiere comprar un domicilio no lo puede hacer, tanto porque no se construye, como porque no son capaces de conseguir financiación a través de un banco.
“Evidentemente, hasta que el problema financiero global no se resuelva será muy difícil que nuestro sector se recupere”, opina Zaragoza.
Tiempos difíciles
El nuevo gobierno del Partido Popular se ha propuesto reducir la cantidad de pisos vacíos en el país. De esta forma no sólo quiere reactivar el motor de la economía española, sino también mantener la ilusión de aquellos que sueñan con tener una casa propia.
Pocas son las alternativas para una generación de jóvenes a los que se les ha privado de uno de los derechos básicos que establece la constitución española: el acceso a una vivienda digna. A ello se suman los recortes y ajustes impopulares propuestos por el nuevo gabinete, una medida urgente para afrontar el déficit público y sacar el país de la crisis financiera. Su futuro cada día se asemeja más al de un solar en ruinas.