La histórica tensión diplomática entre Chile y Perú se ha avivado tras la detención de un suboficial peruano acusado de espiar para los servicios de inteligencia chilenos. El conflicto diplomático se ha alimentado en los últimos días con las acusaciones y afirmaciones que se han lanzado mutuamente Santiago y Lima. Algunos analistas creen que se trata de una maniobra mediática peruana para perjudicar a Chile ante La Haya por la demanda para modificar los límites marítimos entre ambas naciones.
El último acto de la historia de desencuentros entre Chile y Perú no parece ser el definitivo. Lo que comenzó como un posible caso de espionaje se ha convertido en un incómodo cruce de declaraciones que contribuye a ahondar en la ya de por sí tensa relación entre estos dos países.
Así, en las últimas horas Perú ha entregado a Chile las pruebas de espionaje y protestó enérgicamente reiterando que tomará medidas si Santiago no realiza las investigaciones pertinentes. “El Gobierno del Perú expresa su más enérgica protesta y rechazo categórico por las acciones de espionaje que se han verificado contra nuestra seguridad nacional”, afirma un comunicado de la Cancillería peruana.
Previamente la presidenta de Chile, Michelle Bachelet, tildó de “ofensivas y altisonantes” las palabras de su homólogo peruano y subrayó que “siento un tremendo orgullo de ser la presidenta de un país que se ha sabido ganar el merecido respeto, y un lugar y un prestigio a nivel internacional. Creo que éste es el momento, si de verdad queremos trabajar por el bien de nuestros pueblos, en que lo que debe primar sobre todas las cosas es el respeto sobre cualquier otra consideración, así como la responsabilidad de las autoridades".
Los hechos se remontan al 30 de octubre, cuando se detuvo a Víctor Ariza Mendoza, suboficial de la Fuerza Aérea de Perú, acusado de traición a la patria por espiar para Chile. Ariza estuvo destinado en la embajada en Santiago de Chile hasta 2003 y, según la Fiscalía peruana, recibía desde septiembre de 2005 un promedio de 3.000 dólares mensuales a cambio de proporcionar información confidencial y secreta sobre la seguridad nacional peruana. Ariza admitió su culpabilidad argumentando necesidades económicas y, aunque aseguró que actuaba solo, fuentes militares comprobaron que formaba parte de una red.
La prensa se hizo eco de esta situación hace unos días y el revuelo que se creó motivó que el presidente peruano, Alan García, interrumpiera su participación en la cumbre del Foro de Cooperación Económica Asia Pacífico (APEC) que se celebró en Singapur y regresara a Lima para examinar el caso.
El Gobierno de Perú llamó a consultas a su embajador en Chile. El ministro de Relaciones Exteriores chileno, Mariano Fernández, negó todas las acusaciones de espionaje y señaló que su país “no está involucrado en nada ilegal” con respecto a su vecino. Pero el presidente peruano no escatimó en calificativos y consideró lo sucedido como “un acto repulsivo que no corresponde a un país democrático”, tachando los hechos como “comportamientos propios de una republiqueta”.
García responsabilizó de estos actos a “un sector que conserva prácticas pinochetistas en las relaciones con sus vecinos” y aseguró que no culpaba a la presidenta Bachelet ni a los ministros, pero que tenía derecho a pedir al Ejecutivo chileno explicaciones públicamente. Achacó los actos de espionaje al crecimiento económico peruano: “Esto se debe a que Perú avanza y ese avance crea temor en los que creyeron ser abanderados en el desarrollo”.
La respuesta chilena no se hizo esperar. Mariano Fernández indicó que el ejecutivo chileno no iba a dar explicaciones. “No nos toca. ¿Cómo se le ocurre que nosotros nos vamos a sentir identificados con una palabra como ‘republiqueta’? ¿Hay alguno de ustedes que piense seriamente que este país es una republiqueta? ¡Jamás! Esta es una gran república con una democracia ejemplar”.
El pasado miércoles 18 de noviembre fue Bachelet la quien saltó a la palestra con sus declaraciones y Perú entregó las pruebas reunidas y emitió su comunicado de protesta.
Antecedentes del conflicto
Las tensiones diplomáticas entre Chile y Perú tienen su origen en la Guerra del Pacífico de 1879, en la que Perú perdió el territorio completo del Sur. Desde Santiago se afirma que la frontera marítima quedó definida en los acuerdos que ambos países suscribieron en 1952 y 1954, además de otros límites realizados a final de la década de los 60, pero Lima no reconoce tal tratado.
En el verano de 2007, Perú publicó en el diario El Peruano su cartografía de dominio marítimo, lo que el Gobierno de Bachelet calificó como una “abierta provocación” y meses después Lima llevó a la Corte Internacional de Justicia de La Haya la disputa por la soberanía de 35.000 kilómetros de área limítrofe marina.
El tira y afloja de las últimas semanas entre Lima y Santiago ha incrementado la tensión histórica. El presidente peruano criticó recientemente el anuncio que hizo Chile sobre su intención de comprar misiles antiaéreos por valor de más de 600 millones de dólares y señaló que “la compra floreciente de armas demuestra que algunos sectores del Gobierno y de las Fuerzas Armadas hacen caso omiso de la voluntad de los pueblos de reducir gastos armamentistas”.
Algunos analistas políticos hacen hincapié en que el caso de espionaje se difundió en Perú tras conocerse los planes chilenos de compra de misiles antiaéreos por valor de más de 600 millones de dólares. También sostienen que la acusación peruana es una cortina de humo, una maniobra para crear una imagen beligerante de Chile y perjudicarle ante La Haya.
Por su parte, la presidenta chilena recrimina a su homólogo peruano que escogiera el Foro de Cooperación Asia Pacífico para difundir el caso de espionaje, según recoge el diario chileno El Mercurio.