Turquía, un tradicional aliado de Estados Unidos, anuncia que no está dispuesta a apoyar las sanciones que impuso Washington impuso a Teherán en respuesta al avance del programa nuclear iraní.
"No queremos sentirnos atados por sanciones aplicadas unilateralmente o incluso por un grupo de países si no emanan de una decisión de Naciones Unidas", dijo en una rueda de prensa el portavoz de la cancillería turca, Selcuk Unal.
Las medidas financieras de EE. UU. suponen sanciones a cualquier institución extranjera que negocie con el Banco Central de Irán para comprar petróleo.
Pero para Turquía sería difícil hacer lo mismo porque es un consumidor importante del crudo iraní. China sostiene una postura semejante, a pesar de los esfuerzos de una delegación estadounidense que visitó recientemente el país asiático.
Japón, en cambio, se mostró partidario de Washington, mientras que la Unión Europea discutirá el nuevo paquete de sanciones contra Teherán a fines de este mes, aunque algunos especialistas creen que podrían congelar el asunto por seis meses.
"La comunidad internacional percibiría tales medidas económicas y un hipotético ataque contra la república islámica, como pasos para cambiar el régimen en Teherán", consideró a su turno el viceministro de la cancillería rusa, Guennadi Gatílov. El diplomático destacó también que las sanciones internacionales deteriorarán la economía de Irán pero no ayudarán a resolver el conflicto.
Irán, por su parte, anunció que está dispuesto a reanudar "negociaciones serias" con la participación de Alemania, China, EE. UU., Francia, Gran Bretaña y Rusia, de acuerdo con las declaraciones Saeed Jalili, responsable de las conversaciones con Occidente sobre el programa nuclear.
Mientras tanto, los especialistas se preocupan por el cariz militar que parece adquirir el conflicto después de que Irán amenazara a bloquear el estrecho de Ormuz y EE. UU. enviara varios portaaviones de combate a zonas cercanas a las costas iraníes.