El presidente estadounidense, Barack Obama, ha anunciado la paralización de tendido del controvertido oleoducto entre Canadá y EE. UU. conocido como el Keystone XL. Los republicanos aseguran que esta decisión no es más que un truco para contentar a los ecologistas ante las elecciones (del 6 de noviembre).
El mandatario estadounidense ha explicado su decisión a Canadá esgrimiendo que al Departamento de Estado no le ha dado tiempo a reunir la información necesaria para calibrar las consecuencias que la construcción del oleoducto tendría sobre el medio ambiente y la salud de los estadounidenses.
Obama ha anunciado que "en los próximos meses el Gobierno de EE.UU. buscará otros caminos de asociación con las industrias petrolera y gasística para garantizar la seguridad energética del país".
El proyecto del Keystone XL supone una inversión de 13.000 millones de dólares y debería cubrir una distancia de 2.700 kilómetros entre Alberta (Canadá) y la Costa del Golfo estadounidense. Los ecologistas sostienen que su construcción liberará una enorme cantidad de gases de efecto invernadero, razón por la que realizaron varias protestas masivas frente de la Casa Blanca.
Azote republicano al 'ecologismo' de Obama
Tras la decisión de Obama, los republicanos aseguraron que, además de poner en riesgo la seguridad energética del país, la medida responde a la estrategia del presidente de granjearse la confianza de los ambientalistas, un sector clave de votantes que le ayudó a llegar a la Casa Blanca en 2008.
El ex gobernador de Massachusetts Mitt Romney, el precandidato republicano con más opciones de convertirse en el rival de Obama en las presidenciales, ha declarado que el mandatario carece de "seriedad" y que "parece haber confundido los intereses nacionales con su interés de satisfacer a los ecologistas".
Además, los republicanos critican a Obama por considerar que sacrificó los numerosos empleos que habría generado la construcción del proyecto, cuyo objetivo estratégico es el de reducir la dependencia energética respecto de Oriente Próximo.
Mientras tanto, el primer ministro canadiense Stephen Harper, expresó por teléfono a Obama su "profunda decepción". Según medios del país, Harper amenazó con venderle el petróleo a China si EE. UU. no aprobaba el proyecto.