La Liga Árabe no aparta la lupa sobre Siria

El comité de la Liga Árabe para Siria acordó hoy extender un mes el mandato de la misión de observadores enviada al país. Eso fue el tema central de la reunión del organismo en El Cairo, durante la cual se sometía a discusión el informe de sus veedores.

A su vez, el ministro saudí de Asuntos Exteriores, Saud al Faisal, anunció hoy que su país ha decidido retirar a sus observadores de la misión de la Liga Árabe en Siria debido al incumplimiento del régimen de Damasco del plan árabe para frenar el derramamiento de sangre.

Durante la reunión excepcional de los jefes de la diplomacia de la Liga Árabe en El Cairo, Al Faisal informó de esta decisión y pidió que se respete lo estipulado por el organismo panárabe de imponer sanciones para presionar al Gobierno sirio a cumplir con sus compromisos.

“Mi país retirará los observadores ya que el Gobierno sirio no ha cumplido ninguna propuesta de la iniciativa pacífica árabe”, dijo el ministro de exteriores saudí, el príncipe Saud al-Faisal.

La organización árabe mandó a sus especialistas a Siria el 26 de diciembre tras la firma de un acuerdo relativo a su despliegue con Damasco. Durante casi un mes unos 165 observadores han supervisado la situación en diferentes zonas de Siria, donde no cesa la violencia.

Homs, la ciudad que se cansó de la violencia

Mientras tanto, la inseguridad y el miedo se instalan en las ciudades de Siria, una de las cuales (cerca de Damasco) fue tomada la pasada noche por desertores armados. El corresponsal de RT, Armén Zakharián, visitó Homs, uno de los lugares sirios más castigado por los enfrentamientos violentos.

A pesar de estar en un hospital militar de la ciudad, Mohammed Alush no tiene nada que ver con el ejército sirio. Sin embargo, ello no impidió que un grupo de hombres armados lo atacara hace varios días cuando iba en su coche al mercado para vender las patatas de su huerta. En las clínicas civiles que había cerca del lugar del suceso no tenían espacio libre, pasí que lo trasladaron a esta institución militar.

Mohammed nos cuenta su historia en detalle, pero de pronto surge una pregunta que no puede responder: “No sé quiénes eran las personas que me atacaron, iban enmascarados. No dijeron nada, sólo pararon mi coche y dispararon”, recuerda el herido.

¿De dónde vienen los tiros?

Este enigma acompaña a nuestro equipo en cada una de las entrevistas con heridos en este hospital militar, el más grande de Homs.

¿Quiénes son los atacantes?, ¿de donde vienen?, ¿son sirios o extranjeros? Estas preguntas se quedan todas sin respuesta y lo único que todos coinciden en señalar a una sóla voz es que son extremistas armados que buscan desestabilizar el país.

Al abandonar el hospital, que exteriormente se parece más a una fortaleza bien protegida que a una clínica, nuestro autobús se dirige al centro de la ciudad. El conductor elige el camino más seguro, pero las señales de un conflicto armado aparecen por todas partes: muchas tiendas están cerradas, y muchas casas abandonadas. Hay incluso barrios enteros que nadie se atreve a habitar o a trabajar en ellos.

“Yo trabajo en un barrio de Homs pero no puedo ir a la oficina, porque es inseguro. Los grupos armados disparan contra civiles, nos matan a nosotros y a nuestros hijos”, denuncia una mujer siria.

Debido a la inseguridad que reina en gran parte de Homs, muchos servicios públicos no funcionan y la mayoría de las calles de la ciudad están llenas de basura; las autoridades comentan que los encargados de recogerla tienen miedo de hacerlo.

Poco después nuestro viaje por la ciudad toca a su fin, ya que los oficiales nos prohiben seguir en el centro de la urbe debido a los tiroteos. A Damasco nuestro autobús regresa por otra ruta, que bordea Homs y que está más lejos de la frontera con Líbano.

Una de las autoridades que nos acompaña asegura que los "problemas" en Homs se deben a que es una provincia fronteriza donde conseguir armas es mucho más fácil. Mientras tanto, los analistas informan que el número de asesinatos aumenta. La vida de Homs ha sido interrumpida por un conflicto cuyo sentido la mayoría de sus habitantes -víctimas circunstanciales- ignoran. Todos dicen que ya basta y que quieren vivir en paz.