Justo un año después del ataque terrorista en el mayor aeropuerto de Rusia, finaliza la investigación del atentado que se cobró la vida de 37 personas y causó más de 180 heridos. Próximamente, a los cuatro sospechosos de la organización del ataque se les presentarán acusaciones oficiales en su redacción final.
El 24 de enero de 2011 un terrorista suicida activó un explosivo en la sala de llegadas del aeropuerto internacional de Domodédovo de la capital rusa. Los equipos de rescate no tardaron en acudir al lugar de accidente, así como decenas de conductores moscovitas que transportaron desinteresadamente a los pasajeros hasta estaciones de metro.
En cuestión de días los investigadores identificaron al autor material del atentado a través de las pruebas de ADN: se trataba de un joven de tan solo 20 años, Magomed Yevlóyev, procedente del Cáucaso Norte.
A su vez, la responsabilidad intelectual de la masacre fue asumida por el líder de los extremistas de la región del Cáucaso del Norte, Doku Umárov. El terrorista reivindicó la autoría en una grabación difundida por Internet. La Policía pudo localizar y detener a cuatro de los presuntos cómplices.
Hasta hoy día, los recuerdos del atentado son fuertes y las tristes lecciones derivadas de él no cayeron en el olvido. Las autoridades obligaron a los administradores de los aeropuertos y estaciones de trenes y metro de Moscú a tomar medidas para aumentar la seguridad en sus instalaciones y mejorar la inspección de los que entran a zonas aeroportuarias y ferroviarias.
El atentado del pasado enero no fue el único sufrido por los moscovitas en los últimos años. En un doble ataque en dos estaciones de metro perpetrado el 29 de marzo de 2010 durante la hora punta, 40 personas perdieron la vida y más de 140 resultaron heridas.