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Arañas macho de Pisaura engañan a sus hembras con regalos 'baratos'

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Para obtener el beneplácito de una compañera, los machos de la araña Pisaura Mirabilis le entregan con frecuencia un regalo sin valor dentro de una madeja de telaraña y se escapan antes de que puedan deshacer el lío. Así lo ha revelado la entomóloga uruguaya, María José Albo, tras un estudio de c
Arañas macho de Pisaura engañan a sus hembras con regalos 'baratos'

Para obtener el beneplácito de una compañera, los machos de la araña Pisaura Mirabilis le entregan con frecuencia un regalo sin valor dentro de una madeja de telaraña y se escapan antes de que puedan deshacer el lío. Así lo ha revelado la entomóloga uruguaya, María José Albo, tras un estudio de campo realizado en países del Mediterráneo en colaboración con varios colegas daneses, dentro de un proyecto de la Universidad Aarhus.

El hábito de esta especie de devorar a los machos tras copular (o inmediatamente después de que se acercan) ya era conocido desde el siglo XIX. También se destacaba el hábito de fingir estar muertos para evitar ese destino. Pero el 'regalo nupcial', ofrecido a la hembra en los primeros instantes del cortejo, es el remedio más radical para ampliar el número de sobrevivientes de los pocos minutos de 'intimidad'. Suele ser una mosca u otro insecto recientemente capturado.

Según muestra el ensayo del grupo uruguayo-danés, en muchos casos el macho envuelve en la telaraña una semilla de girasol u otro objeto sin valor alimenticio y así engaña a la futura madre de sus crías. El éxito no depende de la sinceridad. Cuando se descubre el engaño, el macho ya está lejos.

En el marco de unos experimentos de laboratorio los científicos observaron no solo la conducta de las arañas, sino también sus puestas. Revelaron que a las hembras que habían recibido algún obsequio sus crías les salían de la mitad de los huevos depositados. Mientras, a las que no habían tenido ningún regalo, solo una tercera parte lograban abandonar el cascarón. Es decir, siendo comparable el número de los huevos puestos, la productividad resultante de las hembras ‘agasajadas’ subía de una manera considerable en comparación con las que solo habían recibido una porción de esperma.

La estadística no dependía de si era comestible o falso el regalo. Eso dejó perplejo al grupo de investigadores. La única explicación que ofrecen, es que para con los machos que no se habían preocupado por buscar algún obsequio la paciencia de la hembra siempre era más corta, la cópula duraba menos y menos huevos eran fecundados.

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