¿Quisiera usted dar una vuelta en el coche de Iósif Stalin? Una nueva exposición del museo de vehículos antiguos en cercanías de Moscú ofrece un viaje en el tiempo para conocer las preferencias automovilísticas de los funcionarios soviéticos de diferentes rangos.
Dicen que los coches son el fiel reflejo del carácter de sus dueños. Y lo son aún más si hablamos de los líderes soviéticos. Sus manías, aspiraciones y temores a menudo se veían plasmados en el metal y en el cuero. Esos son los secretos de los automóviles que aún conservan el espíritu de sus pasajeros.
El coche blindado construido especialmente para Stalin, el ZIS-115, pesa más de 5 toneladas. Al presentar este auto, los diseñadores tuvieron que comprobar por sí mismo su invulnerabilidad. Los encerraron en el vehículo y luego los oficiales de la macabra NKVD abrieron fuego contra el coche. Eso probó que los diseñadores habían hecho buen trabajo.
Dicen que a Leonid Brézhnev le gustaba la velocidad y que a menudo prescindía de los chóferes y se sentaba él mismo al volante.
Uno de los vehículos que disfrutó Brézhnev durante los últimos cinco años que estuvo en el poder fue el ZIL-127. Exclusivamente para él, se personalizó una de las limusinas gubernamentales forrando su interior con piel roja. Ahora es un ejemplar único con un valor histórico incalculable.
Los coches de Mijaíl Gorbachov, Nikita Jruschov y otros líderes y funcionarios gubernamentales forman parte de la exhibición, llevando su historia en cada detalle.
El equipo del museo que restauró esos vehículos logró que luzcan igual o mejor que en sus años de gloria.
Todos se encuentran en funcionamiento. Lo único que necesitan es que alguien llene el depósito de gasolina y pise el acelerador a fondo para recorrer las calles que un día surcaron los líderes de la desaparecida Unión Soviética.