El diario ruso "Nezavisimaya Gazeta" (El Periódico Independiente) publica el comentario del economista de fama mundial y laureado del Premio Nobel, Paul Robin Krugman, sobre la situación económica actual de los EE. UU. y los posibles remedios contra la recesión causada por la crisis global.
Durante la campaña electoral presidencial de 1992, los estrategas de Bill Clinton lanzaron la frase “¡Ésta es la economía, tonto!”. Hoy en día la economía resultó ser la mismísima “tonta”.
Pues bien, se puede decir de una manera un poco más suave para no hacer referencias a Bill Clinton: en las condiciones de la recesión actual, las ideas “no eficaces” frenan a la política económica de los EE. UU. El país está entrampado por la liquidez en momentos en que las tasas de inversiones se aproximan a cero. Esto quiere decir que los métodos tradicionales de las prácticas monetario-crediticias ya no sirven. ¿Qué hacemos, entonces?
Parece que la mejor respuesta sea la naturalmente adoptada por los modelos económicos, es decir, aceptar el aumento de la inflación a fin de llegar a un ajuste de las tasas. Propuse esta solución ya hace unos 10 años atrás cuando me referí a la situación de la “trampa de la liquidez” en Japón a finales de la década de 1990.
Al mismo tiempo, si es el caso, es importante estar muy conscientes de que este tipo de escenario siempre está basado en las expectativas. Para que estas prácticas monetario-crediticias resulten eficaces hay que: a) convencer a las autoridades políticas actuales y futuras de que esta solución es la única posible; b) convencer a los inversionistas, consumidores y empresas de que el punto “a” está resuelto.
En la realidad los funcionarios ni siquiera se acercan al punto “a”. La opinión general todavía sigue considerando “muy malo” cualquier aumento de la inflación prevista en más de 2 puntos porcentuales. ¡Esto es un punto de vista incorrecto!
Los lectores que recuerden mis razonamientos, en cuanto a los problemas de Japón hace unos 10 años atrás, me preguntan por qué hoy no aplico la misma línea hacia la situación actual en los EE. UU. Puedo responder diciendo que no creo que este punto de vista resulte algo positivo; al menos no por ahora mientras continúe la recesión económica.
En ese caso, ¿qué va a pasar? La segunda respuesta razonable sería una expansión fiscal a gran escala aumentando los gastos del Gobierno a fin de conseguir un empleo pleno. Sin embargo, Washington está aterrorizado con la amenaza de un déficit fiscal.
Por eso propongo que la tercera solución correcta sea subsidiar el empleo pero subcontratando a las personas. Por ejemplo, Alemania recurrió a esa práctica para mantener el nivel de ocupación y contener el desempleo durante el período de recesión económica. No es una variante ideal para un desarrollo a largo plazo, pero sirve de medida temporal.
Esto se puede llamar una optimización forzada y limitada según la cual las restricciones se imponen por el poder de las ideas “no eficaces”.