Georgia celebra el aniversario de la 'Revolución de las Rosas'
Hace seis años la “Revolución de las Rosas” en Georgia cambió el régimen de Eduard Shevardnadze. Los aliados de aquella época se han convertido en firmes opositores en la actualidad. Sin embargo, en la historia moderna de todo el Cáucaso el 23 de noviembre no sólo se asocia con acontecimientos en Tbilisi. Ese mismo día de 1989 comenzó también el conflicto entre Georgia y Osetia.
Hace seis años, miles de georgianos asaltaron las calles de Tbilisi. Acusaron al entonces presidente, Eduard Shevardnadze, de cometer fraude en las elecciones. Debido a que las protestas coincidían con el día de una fiesta religiosa, muchos salieron a la calle con flores, por lo que la revuelta recibió el nombre de la “Revolución de las Rosas”. Tres líderes encabezaron las manifestaciones: Mikhail Saakashvili, Zurab Zhvania y Nino Burjanadze.
Ésta última, jurista y política georgiana, recuerda éste día: “Me daba miedo el posible desorden y la violencia. Intentábamos mantener a miles de personas bajo control y afortunadamente todo acabó de forma pacífica. Me notaba bajo una constante presión, porque dimos un gran paso y teníamos la enorme responsabilidad de no decepcionar a la gente”.
La tarde del 22 de Noviembre los manifestantes se dirigieron al parlamento obligando a Shevardnadze a dimitir al día siguiente.
Ahora Burjanadze es una de las más firmes opositoras de Saakashvili. Dice que el hombre que finalmente ha llegado al poder cambió radicalmente.
“Por desgracia, cambió por completo. En 2003 era un joven demócrata que prometía desarrollo, valores democráticos, derechos humanos y libertad de expresión a la gente. Yo confiaba en él; pero no cumplió sus promesas”, explica.
El ex Jefe de la Cancillería Estatal, Petre Mamradze, abandonó el grupo gobernante y se ha unió a la oposición. “Las rosas están marchitas porque el régimen se ha degenerado hasta ser corrupto y autoritario. Así que olvídense de la democracia y de los derechos humanos. No existen y tenemos que volver a luchar por ellos”, asegura.
Burjanadze opina que la democracia en Georgia corre peligro y sólo existe una manera de salvarla: “Es necesario celebrar elecciones presidenciales para resolver la crisis. El Gobierno no quiere darse cuenta de que necesitamos soluciones reales para salir de los problemas en los que nos encontramos”.
Los principios que defiende la oposición han provocado descontento en el gobierno de Saakashvili. Basta con recordar la represión policial dos años atrás o la guerra en Osetia del Sur. Ahora se suma a esto también la grave crisis económica. Todo contribuye para que la gente de Georgia se dé cuenta de que un cambio de gobierno es imprescindible.
Conflicto entre Georgia y Osetia.
El 10 de noviembre de 1989 la autonomía de Osetia del Sur se transformó en una república autónoma dentro de la República Socialista Soviética de Georgia mediante una decisión parlamentaria de esta región. Las autoridades soviéticas de Georgia ya controlaban muy poco: las riendas del poder estaban en manos de la nueva élite política. El Presidium del Soviet Supremo de la RSS de Georgia revocó la decisión del Parlamento de Osetia del Sur como inconstitucional. Pero los líderes de Georgia querían más. La oposición georgiana, encabezada entonces por Zviad Gamsakhurdia (que dos años después fue elegido presidente) y sus aliados anunciaron una marcha a Tskhinvali el 23 de noviembre, para celebrar un mitin. Su apelación concluyó con las palabras: "¡Todos a Tskhinvali! ¡Dios está con nosotros! ¡Viva Georgia independiente! "
Tengiz Sigua, que trabajaba como primer ministro a principios de 1990 con Zviad Gamsakhurdia, ahora considera aquella marcha a Tskhinvali "un error".
En Osetia del Sur no se permitió realizar un mitin en Tskhinvali, anticipando que podría terminar con derramamiento de sangre. El 19 de noviembre Osetia del Sur envió a Tbilisi una delegación de dirigentes locales y representantes de la comunidad, que incluía tanto a osetios como a personas de etnia georgiana. Pero Gamsakhurdia se negó a suspender la marcha. Como recuerda en sus memorias uno de los participantes de esas reuniones, el ex presidente de Osetia del Sur Ludwig Chibirov, Gamsakhurdia sólo aseguró que "los georgianos respetarán la disciplina" y garantizó el orden. El 23 de noviembre se dirigió a Tskhinvali una columna de autobuses y coches desde la capital de Georgia. Durante el camino, se unieron a los manifestantes grupos de otras regiones de Georgia. Según diversas estimaciones, se reunieron entre 20.000 y 40.000 personas.
En las afueras de Tskhinvali la marcha chocó con un cordón de las tropas del Ministerio del Interior, la policía local y la milicia de Osetia del Sur. Después de muchas horas de oposición, los georgianos no lograron su objetivo.
Las columnas de manifestantes se fueron y algunos de ellos permanecieron en las aldeas vecinas de etnia georgiana, bloqueando las carreteras a Tskhinvali. Era el inicio de la desconfianza mutua, que acabó en derramamiento de sangre. "El 23 de noviembre de 1989 en Osetia del Sur desaparecieron las últimas ilusiones sobre la posibilidad de coexistencia pacífica con Georgia", asegura el Viceministro de Relaciones Exteriores de Osetia del Sur, Alan Pliyev.
Empezaron los enfrentamientos armados en la zona. Georgia declaró el estado de emergencia en la región de Tskhinvali y Dzhavski del sur de Osetia y envió en enero de 1991 a la policía. Los osetios la esperaban con armas. Empezó la guerra.
Después de los acontecimientos del año pasado, Georgia rompió relaciones diplomáticas con Rusia. Ahora, muchos políticos georgianos dicen que sin contactos prácticos con Moscú no pueden restablecerse las relaciones con los abjasios y osetios. Hoy comienza una giraa Moscú del ex primer ministro georgiano, Zurab Nogaideli, quien encabeza el movimiento de oposición "¡Viva Georgia justa!". En octubre en Moscú, ya se reunió con representantes de la diáspora de Abjasia y de Osetia y fue recibido por el Viceministro de Relaciones Exteriores de Rusia, Grigory Karasin. Sin embargo, las autoridades de Georgia no se muestran dispuestas a facilitar éste dialogo.