Hace tan sólo unos años Valter era una auténtica estrella. Los medios occidentales hacían cola para conseguir una entrevista, en la que él calumniara a las autoridades rusas. Ahora, vive en una pequeña ciudad italiana… en soledad y en el olvido. Cada día tras despertarse reza una hora y media.
No salgo del apartamento porque pueden cerrarlo y no dejarme entrar más, debo tres meses de alquiler. Ya nadie le recuerda. “Cuando había que hablar mal de los demás, me necesitaban. Ahora… ya no”. O si no habla él cuando había que hablar mal de los demás, le necesitaban. Ahora… ya no.
Valter es padre de Alexánder Litvinenko, el ex oficial de los servicios especiales rusos que falleció envenenado en Londres en 2006. Procesado por abuso de poder en Rusia, Alexánder obtuvo asilo político en Reino Unido. Allí colaboraba con los servicios de inteligencia de Gran Bretaña, como confirmó después de su muerte su viuda... Un hecho negado durante años por los británicos. Este hombre de 73 años culpaba al Gobierno ruso de la muerte de su hijo. Hace unos 6 años, algunas figuras poderosas como el oligarca Berezovski, buscado por delitos económicos, o Ajmed Zakaev, notorio militante checheno, se ocupaban de su bienestar.
Ahora a veces sale a la calle para ir a la iglesia, ya que se ha arrepentido por, según sus palabras, las mentiras que ha pronunciado. Por eso ha escrito esta carta.
“¡Estimado Vladímir Putin! Se dirige a Ud el padre del (como lo ha declarado recientemente Marina Litvinenko) espía inglés Alexánder Litvinenko. Toda mi familia se mudó a Italia poco tiempo después de la muerte de mi hijo en Londres. Al vivir aquí un tiempo y comprender la esencia de lo que nos sugerían nuestros “amigos” occidentales y varios hechos recién esclarecidos de nuestro caso (precisamente la colaboración de mi hijo con el MI-5 y MI-6), nos hemos dado cuenta de que cometimos muchos errores, hicimos acusaciones sin ningún fundamento, incluso a Ud. Quisiera pedirle perdón…
Estoy seguro de que mi hijo cayó víctima de una guerra de espías de alguien, cuyo único objetivo era dañar a Rusia. Hace mucho que se lleva a cabo una guerra fría contra nuestra patria para que los países occidentales logren desmembrarla. Debemos hacer todo lo posible para que esto no suceda.”
Así, la misteriosa muerte de Litvinenko, que ha provocado una gran resonancia en toda la sociedad mundial y en cierto modo ha envenenado las relaciones entre Rusia y Reino Unido, ha dado un nuevo giro sensacional. Valter ya no sabe ni siquiera quién fue su hijo en realidad.
“Si en aquel entonces hubiera sabido que mi hijo trabajaba para el MI-6, no hablaría nada de su muerte, pues en este caso no sería un asunto mío. Aunque ahora tampoco estoy seguro de que hubiera trabajado para ellos. Nuestros servicios de inteligencia podrían haberle matado de un tiro, y tendrían razón ya que los traidores deben morir”, dice Valter.
Los expertos británicos afirmaron que encontraron Polonio 210 en el organismo del fallecido, una sustancia radiactiva. El principal sospechoso de haber envenenado a Litvinenko es el diputado ruso y EX-KGB Andrei Lugoói, por lo que Londres pidió su extradición. Sin embargo, nunca han comunicado las razones oficiales de la muerte del espía. Por eso, Moscú se niega a extraditar al ex agente. Además, sería en contra de la Constitución.
El propio Lugovói, acusado por el Reino Unido de la muerte de Litvinenko, afirma que las declaraciones del padre del ex agente demuestran que todos los intentos de los servicios británicos para desacreditar a Rusia “sencillamente han fracasado”.
Según Lugovói, los comentarios del padre de Litvinenko reflejan lo que él venía diciendo “durante 5 años”, es decir, “que todas las acusaciones de Reino Unido no aguantan ningún tipo de crítica”. Sin embargo, el diputado cree que “la opinión pública de los británicos sólo cambiará con una decisión del tribunal”.
Rusia está dispuesta a colaborar en la investigación, pero todavía no ha recibido materiales que sostengan las acusaciones. Ahora el padre de Alexander cree en lo que su país lleva años intentando explicar.
“No son unos completos idiotas en el Servicio de Seguridad de Rusia para contaminarse con polonio ellos mismos o echárselo a Alexánder y dejar huellas por todas partes. Pareciera que alguien vertió el Polonio intencionadamente a Lugovói. Esta sustancia se encontró en el estadio, en la carretera, incluso en el avión. ¿Acaso Lugovói es tan idiota?”, indica Valter.
Este pobre hombre ahora quiere regresar a su patria. El año pasado tuvo que pedir un préstamo para enterrar a su mujer. Le han cortado la electricidad porque ya no puede pagar el recibo. Y gastó su último céntimo en una bombona de gas. Ahora pide ayuda a Rusia… Ya que aquellos, que durante todos estos años publicaban sus artículos, películas y entrevistas en contra de las autoridades rusas, le negaron su colaboración.
“Solo quiero ir a casa. ¡Rusos, no creáis a nadie! Aquí no nos necesita ni dios”, dice el hombre.