En un día como este hace medio siglo Estados Unidos impuso un embargo comercial, económico y financiero contra Cuba. La medida fue oficializada el 7 de febrero de 1962 durante el gobierno de John F. Kennedy y reflejó el máximo empeoramiento de las relaciones bilaterales.
El bloqueo, según lo llaman en la isla, entró en los anales de la historia como el más prolongado que se conoce. En 20 ocasiones ha sido condenado por distintos organismos de las Naciones Unidas, pero solo se fue endureciendo con el tiempo.
Cada vez más sanciones y menos apoyo
A lo largo de las cinco décadas transcurridas la Casa Blanca varias veces planteó ante la ONU ampliar las severas restricciones comerciales al ámbito internacional. Pero el respaldo de la medida en el mundo solo se reducía. Así, en una reciente votación, en octubre de 2011, ninguno de los aliados norteatlánticos de EE. UU. mostró su apoyo. Los diplomáticos estadounidenses solo contaron con el respaldo de la delegación israelí.
Las pérdidas económicas de La Habana por el bloqueo se evalúan en más de 100.000 millones de dólares. Pero EE. UU. también pierde: política y económicamente.
Tanto la administración de Bill Clinton, como la actual, de Barack Obama, han permitido flexibilizaciones esporádicas en la aplicación del embargo para exportar a Cuba productos agrícolas o medicinales. No obstante, en la propia isla consideran que Washington solo está recrudeciendo “los mecanismos de persecución y cerco”, según los catalogó en una reciente entrevista la directora de asuntos multilaterales de la Cancillería cubana, Anayansi Rodríguez.
Como un reciente ejemplo de esa política los expertos destacan la intención del Gobierno de EE. UU. de impedir la participación de La Habana en la venidera Cumbre de las Américas, que se celebrará en abril próximo en Cartagena, Colombia. El Departamento de Estado indicó que el Gobierno de Raúl Castro “no cumple los requisitos” para asistir a un evento de este tipo. En respuesta a esa iniciativa, el presidente ecuatoriano, Rafael Correa, propuso a los países de la ALBA tampoco concurrir a la reunión si Cuba no es invitada.
El embargo a sí mismo
El doctor en Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires, Julio Gambina, recuerda que al menos un organismo del diálogo interamericano ya se ha desprestigiado al expulsar de su seno a Cuba: la Organización de los Estados Americanos (OEA). Washington acudió a esta medida política de presión sobre La Habana al mismo tiempo que sancionaba al régimen revolucionario económicamente, a comienzos de los años 1960.
“El sistema interamericano se desarrolló desde entonces sin la presencia de Cuba y con una gran preeminencia del papel de Estados Unidos”, dice el experto. Pero el resultado es que “la importancia de la OEA —si alguna vez la tuvo— ya no la tiene, porque América Latina y el Caribe tienen sus propios mecanismos de integración y la OEA ha perdido muchísima representatividad”.
“Hay un cambio en América Latina que se expresa no solo en la construcción de la CELAC como un nuevo mecanismo de integración regional, que excluye a Norteamérica —adelanta Gambina—, sino que incluso en el tema del bloqueo económico sobre Cuba, EE. UU. está perdiendo”.