El Ministerio de los Recursos Naturales de Rusia ha confirmado que los científicos del país perforaron un pozo de casi cuatro kilómetros de profundidad y alcanzaron un depósito de agua único: el lago subglacial Vostok, en la Antártida.
Aquí todo es extremo: el frío, la irradiación solar, las distancias y hasta los descubrimientos. Los científicos rusos perforaron casi cuatro kilómetros de hielo para alcanzar un lago que podría haber permanecido aislado de la atmósfera terrestre desde hace millones de años.
Viktor Vinogradov, jefe de la estación Bellinsghausen, comenta: “Recuerdo cuando las temperaturas bajaron a 74 grados bajo cero. El récord fue de 89 grados. En febrero y a principios de marzo el mercurio empieza a descender. Y en estas condiciones los aviones ya no pueden funcionar.”
El lago es un ecosistema único. Es la reserva subterránea de mayor tamaño entre las más de cien que se encuentran bajo el hielo antártico. Su profundidad es aproximadamente de un kilómetro. Tiene una superficie similar a la del lago siberiano Baikal, la reserva de agua dulce más grande del mundo. Los científicos consideran que probablemente se trate del agua más pura y antigua del planeta.
Pese a que el trabajo estaba condicionado debido a que las duras condiciones climáticas no permitían ocuparse de la tarea durante todo el año, los especialistas no desistieron de su objetivo.
El hidrobiólogo Vasilyi Povazhni explica que el objetivo más importante de la expedición era perforar el hielo lo más profundo posible para extraer las burbujas de aire que llevaban allí alrededor de 400.000 años y estudiar el efecto del dióxido de carbón en ellas.
El trabajo duró casi 30 años, pero los investigadores creen que esta compleja labor valió la pena. El científico recuerda que los estudiosos esperaban encontrar allí algunos organismos antiguos. Las bacterias son las únicas que podrían sobrevivir en estas condiciones.
Sin embargo, las aguas del lago Vostok se calientan desde abajo, explica Povazhni. “Por eso hay un flujo de agua fresca, lo que permitiría la existencia en ellas de una vida más compleja que la de las bacterias”, supone el investigador.
Algunos escépticos creen que la penetración a estas profundidades podría conllevar más problemas que ventajas. Se planteó cierta preocupación porque se pudieran extraer algunos microbios que resultaran dañinos para el ser humano.
Sin embargo, el hidrobiólogo explica que “desde el punto de vista biológico es absurdo porque entonces esta bacteria habría vivido en un agua verdaderamente helada sin tener ningún contacto con mamíferos con los que hubiera interactuado”.
Como sea, el reto fue superado y ahora los científicos tienen muchas esperanzas de que este descubrimiento ayude a derretir el hielo de la ignorancia respecto al pasado y quizás también, respecto al futuro.