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Una niña de 7 años salva la vida de dos amigos

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El servicio bombero de la región sureña rusa de Stávropol ha publicado en su página web un material bastante inusual: una carta que recibió de una de las escuelas locales. En el mensaje los maestros del colegio piden un premio para una de sus alumnas, Ana Bugáeva. La niña de tan solo siete años d
Una niña de 7 años salva la vida de dos amigos

El servicio bombero de la región sureña rusa de Stávropol ha publicado en su página web un material bastante inusual: una carta que recibió de una de las escuelas locales. En el mensaje los maestros del colegio piden un premio para una de sus alumnas, Ana Bugáeva. La niña de tan solo siete años de edad salvó la vida de los hijos de sus vecinos.

El domingo pasado Ana, junto con dos amigos más, Olivia, de nueve años, y Artem, de cuatro años, disfrutaban de las tradicionales atracciones que pueden ofrecer las calles rusas en invierno: el frío y las bolas y esculturas de nieve. Pronto se dieron cuenta de que a su disposición también estaba una pista de hielo. En la mitad de la calle había un hueco que había quedado después de que los servicios comunales realizaran obras sobre un acueducto local. Estaba lleno de agua que con el frío se había convertido en hielo. El lugar no tenía ninguna barrera a su alrededor, tampoco llevaba un aviso que advirtiera sobre un posible peligro.

Sin pensarlo dos veces, los niños se desplazaron a la superficie que les pareció perfectamente apta para seguir con sus juegos. De repente, el hielo se rompió y Olivia y Artem cayeron al agua helada. Sus primeros intentos de saltar del agujero de unos dos metros de profundidad fallaron. En unos segundos, el peso de sus abrigos de invierno mojados empezó a arrastrarles hacia el fondo.

Ana entendió que no le daba tiempo para correr a buscar ayuda. Balanceándose al borde del hielo todavía firme, logró ayudar a Olivia. Las dos juntas pudieron sacar del agua también a Artem, quien casi no podía moverse ya. Los tres niños, aunque helados, volvieron a sus casas independientemente. Solo su estado físico lamentable les hizo contar a sus padres qué les había pasado.

Pero mientras Ana oye agradecimientos y saludos por todos lados, a sus padres les preocupa mucho otra cosa: cómo es posible que en medio de una calle haya un agujero de 2 metros de profundidad sin barrera alguna y cuántos más siguen sin ser descubiertos aún.

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