El joven nigeriano Umar Farouk Abdulmutalab, acusado de intentar hacer explotar un avión comercial con 300 personas a bordo el día de Navidad de 2009 en Estados Unidos, fue sentenciado este jueves a cadena perpetua.
Abdulmutalab, de 25 años, el educado hijo de un banquero acaudalado, trató de hacer estallar una bomba que llevaba oculta en la ropa interior dentro de la aeronave que volaba de Ámsterdam a Detroit el 25 de diciembre de 2009, mientras el avión se aproximaba ya a Detroit.
La juez federal Nancy Edmunds, que anunció el dictamen en un tribunal de Detroit (Michigan), consideró que el condenado cometió un "acto de terrorismo". "Nunca expresó dudas ni remordimiento de ningún tipo acerca de su misión", dijo la juez. "Por el contrario, ve la misión como una inspiración divina y que continúa", agregó.
En octubre pasado, durante el segundo día de su juicio, Abdulmutalab sorprendió a la corte cuando se declaró culpable de todos los cargos. Y declaró que la bomba que llevaba era un "arma sagrada" para vengar a los musulmanes maltratados del mundo.
El joven nigeriano aseguró que cumplía una misión de Al Qaeda y explicó en su momento que intentó cometer el atentado como represalia por "el asesinato de civiles inocentes en Irak, Afganistán, Somalia y otros lugares por parte de Estados Unidos".
Antes de que la juez dictara sentencia, el nigeriano, que se declaró culpable de los ocho cargos que pesaban sobre él, incluyendo el de terrorismo y el de intento de homicidio, argumentó que la cadena perpetua sería un castigo "cruel e inusual".
Por su parte, los fiscales calificaron al nigeriano de "impenitente aspirante a asesino, que considera sus crímenes inspirados y bendecidos por la divinidad".
La autoría intelectual del atentado frustrado de Abdulmutallab se atribuye a Anwar Al-Awlaki, el clérigo radical islámico asesinado el pasado 30 de septiembre en una operación estadounidense en Yemen y considerado el 'enemigo número uno' de Washington en ese país.