Stanislav Petrov, teniente coronel ruso retirado, recibió el Premio de la Prensa Alemana. En 2012 el galardón fue entregado a cuatro personas que "habían contribuido imprescindiblemente a preservar la paz"; entre ellas, una defensora de derechos humanos afgana, un doctor congolés y un prelado palestino. El ex militar soviético fue laureado por haber prevenido un 'apocalipsis atómico' en 1983.
"No hice nada especial, simplemente cumplí con mi trabajo", comentó Petrov al recibir la estatuilla. El 26 de septiembre de 1983, en plena guerra fría, el oficial estaba de guardia en el búnker Serpujov-15, el centro de mando de la inteligencia militar soviética a unos 90 kilómetros de Moscú, desde donde se coordinaba la defensa aeroespacial rusa. A las 00.15 (hora de Moscú) un satélite soviético dio la alarma: cinco misiles balísticos intercontinentales se habían sido lanzados desde la base de Malmstrom (Montana, EE. UU.) y en 20 minutos alcanzarían la URSS.
Tres semanas antes, la Unión Soviética había abatido un avión comercial surcoreano que se había desviado de su ruta programada y penetrado en el espacio aéreo soviético. El entonces presidente estadounidense Ronald Reagan nombró a la URSS 'El Imperio del Mal'.
La instrucción prescribía que, en caso de una señal del sistema de alarma, el oficial encargado del equipamiento de vigilancia debía contactar de inmediato a sus comandantes para que ellos, a su vez, se comunicaran con los líderes del país para que decidan cómo responder al ataque. Petrov, en cambio, violó la prescripción. Bajo su responsabilidad personal, no le avisó a nadie.
Según los historiadores, si el teniente coronel hubiese seguido la instrucción, habría estallado una guerra atómica. Teniendo solo unos segundos para meditar, Yuri Andrópov, Secretario General del Partido Comunista; es decir, el máximo líder del país, hubiera tomado la decisión de activar el arsenal nuclear, especulan los expertos.
"Si un gallo hubiera empezado a cantar, los demás lo habrían seguido"
"Estábamos con nuestras rutinas: vigilábamos posiciones de satélites y controlábamos cómo funcionaban las computadoras. Mi turno empezó a las 20:00. A las 0:15 sonó la alarma. Jamás olvidaré ese momento. En la pantalla apareció la palabra START y una estrellita que marcó en el mapa de EE. UU. el lugar del despegue", cuenta Petrov.
"Fue impactante para mí. Durante varios segundos ni siquiera pude levantar la vista de la pantalla. Luego, me levanté de la silla y miré a mi alrededor. Todos mis subordinados me miraban, esperando a una orden. Volví a sentarme, ordené que se sentaran también y siguieran todas mis instrucciones al pie de la letra. Empecé a analizar los datos", detalla.
"Me acordé entonces del efecto del: si uno empieza a cantar, los demás le siguen, por más lejos que esté todavía el amanecer. Sabía que si cometía un error, podía empezar la Tercera Guerra Mundial", comenta.
"Entendía perfectamente que EE. UU. no podía atacarnos con solo un misil. Pasaron dos minutos y comuniqué a mi comandante que el ordenador nos estaba dando una falsa alarma. Pero en ese mismo momento la sirena volvió a sonar. Me levanté para llamar y pedir consulta a los analistas informáticos que a esa hora estaban durmiendo en sus casas y sentí que me temblaban las rodillas. La alarma volvió a sonar por tercera, cuarta y quinta vez", recuerda Petrov.
"Me quité un enorme peso de encima"
"La gente no empieza una guerra nuclear con solo cinco misiles. No tuve otro remedio que esperar hasta que los radares los detectaran cuando penetraran en nuestro espacio aéreo. El primer misil tardaría unos 18 minutos en aparecer. Esos minutos de espera fueron los más terribles que he experimentado en toda mi vida. Llegó la hora, pero los radares no mostraron nada. Me quité un enorme peso de encima".
El episodio que colocó al planeta a escasos segundos de la Tercera Guerra Mundial recibió el nombre de 'Incidente del Equinoccio de Otoño'. Medio año después se supo que habían sido los rayos del sol los que provocaron la alarma. Por casualidad, los satélites en aquel momento se colocaron de tal modo que el sol reflejado en las nubes de altura 'veló' sus receptores. Los dispositivos reaccionaron como si hubieran detectado un misil. Y todo eso ocurrió en el cielo, justo encima de la base militar estadounidense de Malmstrom.
La información relacionada con el incidente fue desclasificada recién en 1998. En 2004, Petrov recibió el Premio al Ciudadano del Mundo (World Citizen Award). En 2006 fue homenajeado en la sede de la ONU en Nueva York y recibió el segundo Premio al Ciudadano del Mundo. A él le dedicaron el documental de 2008 titulado 'El botón rojo y el hombre que salvó el mundo' ('The red button & the man who saved the world').