Un grupo de obispos mexicanos rechazó la política migratoria del presidente de EE.UU., Barack Obama, cuyo gobierno solicitó reforzar el muro fronterizo entre México y Estados Unidos. Los prelados de ciudades mexicanas solicitan un cambio en la política migratoria de la administración estadounidense.
El obispo de ciudad de Juárez, Renato Ascencio León, recordó que antes de su llegada a la Casa Blanca, Obama no había dado mayores esperanzas de cambio en la política migratoria de su país. El obispo mexicano se refirió a la solicitud elevada por el gobierno federal de Washington al Congreso estadounidense de respaldar con mayor presupuesto la construcción de 1.200 kilómetros de muro en la frontera con México.
“Estamos en una época diferente a la de aquel 11 de septiembre de 2001, debemos lograr que se den cuenta que los inmigrantes son personas necesitadas, con esperanza en los apoyos de la Iglesia y los gobiernos”, apuntó Ascencio. El obispo aclaró que los inmigrantes no son terroristas, no son asesinos, son personas trabajadoras que necesitan apoyo para sostener a sus familias y a sí mismos.
Alonso Garza Treviño, obispo de Piedras Negras, México, cree en “la necesidad de una reforma migratoria justa”, que “debe hacerse cuanto antes’’, explicando que los obispos mexicanos notaron que durante la campaña electoral presidencial de los Estados Unidos, “vimos que no se habló con suficiente valentía sobre el tema de la inmigración, quizá por temor a perder votos de los grupos contrarios a ésta”.
Las estadísticas electorales señalan que Obama consiguió el apoyo de millones de votos de ciudadanos latinoamericanos, con el 67% a su favor, lo que representó que un 78% de los ciudadanos estadounidenses inmigrantes le votaron y que el 83% de los mexicanos que son actualmente ciudadanos estadounidenses, también cofiaron en su candidatura.
Treviño añadió que “los obispos estamos unidos por la justicia económica y de oportunidades para todos, lo cual implica necesariamente reformar las leyes migratorias y la situación de los indocumentados en Estados Unidos”.
Según datos del Pew Hispanic Center, en EE.UU. viven 11.6 millones de inmigrantes indocumentados. Los expertos consideran que al presidente Barack Obama no le queda otro camino que resolver la situación de estos casi 12 millones de inmigrantes que viven ilegalmente.
Para el cardenal Francis George, obispo de Chicago, la reforma migratoria que debe aprobar el Congreso sería “una señal clara de que el presidente está comprometido realmente con el cambio”, un cambio que incluye a los indocumentados que pagan impuestos y contribuyen al desarrollo del país.
“No podemos fortalecer a las familias si sus integrantes viven atemorizados”, dijo George en referencia a los millones de inmigrantes que viven con el temor de que los agentes federales del servicio de inmigración los arresten y deporten.