En pleno siglo XXI, decir la verdad en Estados Unidos te puede costar no solamente la libertad, sino también la salud mental. Esta es la lección aprendida por Adrian Schoolcraft, un oficial del Departamento de Policía de Nueva York (NYPD, por sus siglas en inglés) que denunció múltiples infracciones en su comisaría.
En octubre de 2009 Schoolcraft se reunió con unos investigadores del NYPD para hablarles sobre más de una decena de denuncias de delitos que fueron ocultados en el distrito. Tres semanas después de la reunión, de la que los superiores del oficial supuestamente no debían saber nada, fue trasladado contra su voluntad a un hospital psiquiátrico de Jamaica donde permaneció internado seis días.
Esta historia fue descubierta por el periódico neoyorquino The Village Voice que hizo una serie de reportajes especiales sobre el caso. Recientemente ha tenido acceso a un informe de 95 páginas elaborado por la Policía de Nueva York que confirma las acusaciones de Schoolcraft. De este modo, mientras el oficial estaba internado en el psiquiátrico y acusado de delitos administrativos, la Policía ya conocía la validez de sus acusaciones.
¿Qué información reveló Schoolcraft?
Durante más de dos años, Adrian Schoolcraft estuvo acumulando datos sobre las infracciones cometidas en la Comisaría 81 de Brooklyn. Descubrió que sus empleados manipulaban las estadísticas ocultando crímenes serios: las denuncias de robos y asaltos simplemente no se registraban en el sistema o se hacían pasar por delitos menos graves. Al mismo tiempo arrestaban a gente solo por estar parada en la calle, de manera que su productividad aumentaba en los informes, ya que el nivel de crimen parecía más bajo y su trabajo de arrestos, más eficaz.
Para componer el informe sobre la situación real en la Comisaría unos 45 empleados fueron interrogados y centenares de documentos fueron examinados. Los resultados de la inspección revelaron una gran disconformidad entre la realidad y los datos oficiales. Siendo la Comisaría 81 de Brooklyn totalmente convencional, esta información podría hacer preguntarse si el crimen en Nueva York realmente tiene un nivel mucho más alto del que muestran las estadísticas.