Cada vez se calienta más el debate acerca de la existencia de armas climáticas creadas por una serie de países, entre ellos EE.UU., para derrotar a los rivales por medio de inesperados desastres naturales. Pese a la falta de pruebas, son muchos los militares que no niegan esa posibilidad; incluso, hay quienes afirman que ciertas naciones ya las tienen.
"Ya sabemos que EE. UU. es capaz de influir a la ionósfera, cambiando o destruyendo todo el sistema de la coraza protectora de la Tierra. Así, en unos lugares se establece calor y en otros lluvias o frío. Otra dirección de este sistema es la influencia en los dispositivos electrónicos de mando, incluidos cohetes y aviones. Y la tercera esfera de aplicación, es la influencia en las condiciones físicas del hombre, ante todo en el funcionamiento de su cerebro", afirmó Leonid Ivashov, coronel general.
No obstante, entre los científicos el mismo tópico provoca escepticismo. Sus razones son claras y aunque tienen un argumento diferente de por qué las armas climáticas son inaccesibles, la mayoría se basa en un solo hecho: para influir en el clima el hombre necesita más energía.
"No veo posibilidades de influir en el clima. La energía que puede utilizar el hombre en sus experimentos es cientos de veces menor que la energía y la influencia del Sol. No es comparable. Para influir en el clima uno necesita controlar los fenómenos globales. Es imposible", sentenció el director del Instituto de Investigación Radiofísica, Serguéi Sneguirev.
El poder humano influye en el clima
Para establecer quien tiene la razón en esta disputa e intentar conocer si las armas climáticas son un mito o una realidad, el equipo de RT realizó un viaje a la ciudad de Vasilsursk en la provincia de Nizhni Nóvgorod.
Allí, en el polígono ruso 'Sura' realizan investigaciones de ionósfera, una parte de la atmósfera terrestre. Complejos de este tipo existen también en otros países, como por ejemplo HAARP en EE. UU. o EISCAT en Noruega, pero los dos están en la zona polar donde influir en la ionósfera es más fácil.
Hoy en día, 'Sura' es el único polígono donde se hacen pruebas de calentamiento de la ionósfera en latitudes medias. Hace más de 30 años que allí se realizan estos singulares experimentos.
Pero los empleados de la institución afirman que en el polígono nunca han realizado experimentos que tienen que ver con la influencia en el clima. Su principal tarea es estudiar la radiocomunicación de onda corta en la ionósfera. Sin embargo, señalan que durante la época soviética los militares financiaban ciertos proyectos cerrados.
"Durante la época de la URSS, cuando abrieron este polígono, tuvimos muchos acuerdos con los militares. Ellos incluso ayudaron construirlo", indicó Georgui Komrakov, administrador del laboratorio, aunque evitó especificar qué tipo de acuerdos.
"No, no, no. Aquí no hay nada, solo aparatos físicos. El Gobierno nada más que nos dio este territorio. Y es un lugar muy bonito, con muchos árboles. La naturaleza aquí es tan bella!", agregó.
Sus palabras, al igual que todo lo que se puede leer, ver o conocer sobre las llamadas armas climáticas no eliminan las dudas. Pero lo cierto es que el hombre ya influye en la naturaleza de una manera a veces radical.
Y entonces las catástrofes tecnológicas, como por ejemplo el derramamiento de petróleo en el golfo de México o la avería en la planta nuclear de Fukushima se convierten en un motivo para pensar: ¿no serían estas las “armas deliberadas” que algún día pueden llegar directamente a nuestras propias casas?.