El militar estadounidense que supuestamente mató a 16 civiles el pasado domingo en Afganistán fue sacado del país, y ahora se halla en Kuwait, según funcionarios del Pentágono. Los legisladores afganos se declaran indignados por esta ‘huida’, y exigen que el presunto asesino sea juzgado en Afganistán.
Los procedimientos judiciales en contra del suboficial estadounidense acusado en la provincia de Kandahar, al sur de Afganistán, se llevarán a cabo fuera de ese país, dijo el capitán de la Marina de EE. UU. John Kirby.
"Fue transferido fuera del país, sobre la base de las recomendaciones legales", afirmó Kirby, quien explicó que había sido enviado a otro centro penitenciario por carecer Afganistán de las instalaciones de detención "apropiadas" para "este tipo de caso".
Esto significa que Washington ignoró la exigencia el Parlamento afgano de procesar en el país al supuesto delincuente, un sargento de 38 años, según datos de la prensa. La salida del país del sospechoso ha contrariado a los legisladores afganos, que sugieren a Kabul que no firme el tratado pendiente sobre cooperación estratégica con EE. UU., crucial para Washington.
La División de Investigaciones Criminales de las Fuerzas Armadas de EE. UU. continúa la búsqueda de pruebas para preparar el proceso. Sin embargo, hasta ahora se desconoce la identidad del militar y se da por hecho que no se conocerá hasta que las autoridades militares formulen los cargos.
Los 16 civiles afganos, entre ellos niños, mujeres y ancianos, murieron a manos de este militar estadounidense cuando la madrugada del domingo 11 de marzo salió de su base en Kandahar para llevar a cabo la matanza, según datos preliminares de la investigación. Luego volvió a la base y se entregó.
El movimiento talibán afgano ha prometido "vengar" la matanza de civiles. “Nos vengaremos de estos invasores y asesinos y castigaremos sus acciones bárbaras", afirmó el movimiento.
Así las cosas, la embajada de EE. UU. en Kabul ha alertado a sus compatriotas en Afganistán del riesgo de que se produzcan acciones antiestadounidenses en el país. Ayer mismo, cuando el secretario de Defensa estadounidense, Leon Panetta desembarcaba del avión en la principal base militar británica en Afganistán, estalló no lejos de la pista un coche bomba detonado por un suicida. El Pentágono desmintió que el político fuera el blanco del atentado e investiga lo sucedido.
"Es la frustración, rabia y odio de los soldados que saben que fueron derrocados"
Mientras tanto, un reciente informe de la organización de derechos humanos Campaña para las Víctimas Inocentes en los Conflictos (CIVIC, por sus siglas en inglés) revela que la indemnización por la muerte de civiles afganos que paga Estados Unidos, por ejemplo, es diez veces inferior a la de Alemania o Italia.
El analista político Omar José Hassan Fariñas puntualizó a RT que el Gobierno de Estados Unidos "paga unos 2.500 dólares por cada civil afgano que masacra". El analista indicó que este dinero que pagan los estadounidenses "es muy generoso" porque "para la mentalidad estadounidense, particularmente de los círculos conservadores, no merecen ni siquiera un centavo ya que ellos les están haciendo un gran favor al pueblo afgano". Según Hassan Fariñas, eso refleja la actitud de EE. UU. hacia las pérdidas de vidas humanas ajenas.
De ese modo, las fuerzas de la ISAF tienen que abandonar el territorio de Afganistán porque "estratégicamente la invasión de EE. UU. en Afganistán fracasó, ellos fueron derrotados militar y políticamente", indicó. Según el experto, "las manifestaciones que vemos ahora son frustración, rabia y odio por parte de los soldados que saben que fueron derrocados, el resultado final de este aborto que es la invasión estadounidense-occidental a Afganistán es que se retiren".
La masacre se produjo en un momento delicado en las relaciones entre EE. UU. y Afganistán tras varios incidentes en los que se han visto envueltos militares estadounidenses, tales como la quema de ejemplares del Corán y el vídeo divulgado en el que se aprecia a militares orinando sobre cadáveres de talibanes.