'El espía que no me amó': la CIA envenena el matrimonio de sus agentes
Si su esposo es un agente secreto de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) de EE. UU., su matrimonio puede que ya esté envenenado. Esta es al menos la consecuencia que se desprende del proceso de divorcio iniciado por una mujer cuya vida marital fue arruinada por la enigmática profesión de su marido.
“Me usó a mí y a nuestra hija […] para encubrir sus operaciones clandestinas”, asegura la esposa del empleado de los servicios secretos, según figura en documentos judiciales a los que tuvo acceso 'The Washington Post'.
La mujer reconoce bajo condición de anonimato que encontró a su marido en una agencia matrimonial, y que en realidad convivió durante cinco años con un hombre al que nunca llegó a conocer.
“Nunca me sentí segura, nunca sabía quiénes eran las personas qué tenían interés en nosotros o por qué nos fotografiaban”, enumera la mujer sus motivos para divorciarse.
Según el testimonio de la esposa, su marido le reveló su profesión sólo al cabo de un año de vida en común e incluso se negó contestar “millones de cuestiones”, llenando toda su vida de dudas y sospechas.
“Mi marido no me decía nada”, confiesa esta mujer, que recuerda cómo después del nacimiento de su hija las cosas incluso se agravaron, ya que el esposo no le ayudó en nada, aunque las llevaba con él en sus viajes para levantar menos sospechas durante sus misiones secretas.
Aunque la CIA tiene un departamento que vela por las relaciones de familia de su plantilla, la mujer dice que lo desconocía y que ella y su marido “necesitaban un lugar seguro para hablar donde no tuviera que temer por su trabajo”. Ahora el marido le paga un 2.600 dólares en concepto de pensión alimenticia y tiene derecho de ver a su hija tres fines de semana al mes.
El periódico también cita a un empleado de la CIA que trabajó en Oriente Medio y que confirmó que la tasa de divorcios es alarmantemente alto entre los agentes. En 2005, cuando se enteró de las cifras, recomendó a sus subordinados no emprender viajes sin sus esposas para poder así salvar sus matrimonios.