Cientos de oponentes y partidarios a la ley sanitaria marcharon frente a la Corte Suprema de EE. UU., donde se inició una histórica sesión de tres días sobre la legalidad y el futuro rumbo de la reforma promovida por el presidente Barack Obama y que los republicanos prometen anular si ganan las elecciones de noviembre.
Según recientes encuestas, una mayoría de ciudadanos no solo no apoya la reforma, sino también duda de la imparcialidad del Tribunal Supremo y cree que los jueces tomarán una decisión bajo la influencia de sus creencias políticas.
El centro del debate es que la iniciativa de Obama obliga a todos los estadounidenses a dotarse de una cobertura de salud antes de 2014, bajo pena de sanciones.
Los republicanos declararon a la reforma culpable de atropellar las libertades individuales, aumentar los costos de cuidado de salud, recortar el programa 'Medicare' para ancianos y jubilados y socavar la Constitución.
No obstante, un grupo de médicos y enfermeros, líderes sindicales, religiosos, y activistas de varios estados protagonizaron una manifestación a favor de la reforma sanitaria, por considerar que el cuidado de salud "es un derecho humano".
Los hispanos, más que nunca pendientes del futuro de la reforma
Según los expertos, el veredicto de la Corte Suprema será especialmente importante para los hispanos porque determinará el acceso futuro a la cobertura de salud de una población, donde se registran los mayores niveles de obesidad, enfermedades cardiacas y diabetes, entre otros problemas.
Para 2014, unos 9 millones de latinos podrían obtener cobertura de salud como producto de menores costos y subsidios, un dato especialmente importante si se toma en cuenta que de los 50 millones hispanos en EE. UU., 32 millones no tenían seguro médico antes de la entrada en vigencia de la ley.
El Comité Nacional Demócrata considera que la revocación de la reforma sanitaria equivale a la eliminación de los "derechos y libertades" de los latinos.