Rodolfo Macías lleva veinte años viviendo en las sombras, y a pesar de encontrarse en pleno proceso de deportación, este periodista mexicano mantiene una de las batallas más arriesgadas de su vida, la misma que inició con una caravana de 1 615 millas de recorrido con dirección a la principal plaza de Washington.
El pasado 7 de noviembre él comenzó en San Antonio, Texas, la “Marcha por la Justicia”, empresa que tiene por objetivo reclamar una ley migratoria “justa” para los doce millones de indocumentados que se encuentran en EE. UU. Esta marcha culminó con una huelga de hambre frente a la Casa Blanca mientras se pedía al presidente Barack Obama que concrete antes de fin de año la reforma migratoria que prometió.
Macías —que tiene una orden de deportación para el próximo 7 de diciembre— desafiando al frío en su quinto día de huelga de hambre, instó a los indocumentados a que clamasen por la anhelada reforma junto con sus familiares que ya son ciudadanos estadounidenses.
Macías también se propone organizar a los indocumentados y realizarles un censo para que sean considerados en el Censo oficial que el gobierno estadounidense realizará el año próximo.
Además, inició en Washington una ronda de reuniones con activistas, líderes religiosos y personal de la embajada y del consulado de México, a quienes está expresando sus inquietudes y aquellas de los que espera obtener apoyo.
Ha enviado sendas cartas a Obama y al Presidente de México, Felipe Calderón, en las que les pide "que encuentren la mejor forma de resolver este problema, que no es solamente de EE. UU., sino que afecta a México, Centroamérica y otros países".
Macías tiene un amplio historial reivindicativo. En 1989 se proclamó presidente provisional de la República de México en el exilio en contra del presidente Carlos Salinas tras el supuesto fraude electoral que le dio la victoria en los comicios de 1988.
Como protesta inició entonces una huelga de hambre ante la sede de la ONU y pidió asilo a Estados Unidos para él y sus cinco hijos.
En 1992 se lanzó al río San Antonio, en Texas, para llamar la atención del ex presidente Bill Clinton, en ese entonces sólo candidato, al que instó que intercediera para que le otorgaran la residencia como "refugiado político".
En sus acciones reclama que se tenga en cuenta su situación personal, pero pide que la atención se extienda a todos los inmigrantes en el país.