Un moneda de borde dentado, acuñada en 1785 en los EE. UU., se vendió recientemente en una subasta por casi 1,3 millones de dólares. Este es un hecho sin precedentes puesto que es la primera vez que una moneda de un centavo supera el valor nominal de un millón de dólares.
En todo el mundo existen sólo siete ejemplares de estas raras monedas acuñadas en 1785, año cuando EE. UU. adoptó y comenzó a amonedar su propio dinero estatal.
En las actuales condiciones económicas se observan dos tendencias opuestas en lo referente a la numismática: las monedas más asequibles sufren dificultades para venderse; a un nivel más elitista sigue habiendo una gran demanda. Las monedas antiguas son una muy buena inversión.
Detrás de esta última tendencia existen coleccionistas como Robert Beckwitt, gestor de fondos neoyorquino, de 51 años. Para él todo empezó cuando tenía 8 años, edad a la que buscaba peniques antiguos en jarrones de cambio gratuito. Explica que siempre experimentó un amor especial a la historia y deseos de encontrar algún ejemplar raro. Ahora, su pasión refleja una mentalidad inversionista. Hace cinco años compró un penique por 10 000 dólares en una subasta.
La inversión ahora ha aumentado diez veces su precio.