Libia: ingenieros rusos en juicio militar por haber apoyado a Gaddafi
En Libia empezó el juicio contra unos ingenieros petroleros de Rusia, Bielorrusia y Ucrania. Se les imputa haber apoyado al ahora derrocado líder del país, Muammar Gaddafi, en sus represalias contra la oposición. El caso tiene lugar en un Tribunal militar. La próxima audición tendrá lugar el 16 de abril.
Los enjuiciados, 22 ucranianos, tres bielorrusos y dos rusos, permanecen encarcelados desde agosto del año pasado: fueron capturados por las fuerzas de la oposición durante la batalla por Trípoli. Según los supervisores ucranianos del caso, la celda donde están recluidos actualmente todos juntos es un ex almacén, de unos 80 metros cuadrados de área, sin un sistema de ventilación, con un agujero en el suelo que sirve de inodoro y celosías de hierro en las ventanas que cierran la luz casi por completo. Los prisioneros lavan sus manos y caras con la única tetera que tienen. Todo esto, junto con la calidad de los alimentos y el agua, ha empeorado mucho el estado de salud de los reclusos, se agudizaron enfermedades crónicas, se les cae el pelo y se desmenuzan los dientes, asegura la parte ucraniana.
No fue hasta el 9 de abril que los ingenieros pudieron conocer los cargos oficiales que se les imputan. El juez los leyó en árabe. Tuvieron a un intérprete pero, al parecer, esto no les facilitó mucho la situación. "Hemos entendido algo, pero no todo", dice el ingeniero ruso Alexánder Shádrov, de 60 años de edad. "Una acusación contra nosotros es por la intención de eliminar a los pilotos de la OTAN, otra es por colaborar con el régimen de Gaddafi". Más precisamente, su cooperación consistía en reparar el equipamiento militar de las tropas fieles al difunto líder del país en medio del conflicto libio.
Capturados dos veces
Según Maxim Shádrov, hijo de Alexánder, su padre trabajó en proyectos petroleros en Libia desde la época soviética. Tanto él como los otros detenidos fueron contratados por la compañía conjunta ruso-libia Dakar para trabajar en los pozos petroleros en el desierto libio. Sin embargo, solo una semana después de llegar a Libia, cuando todavía estaban en un camping esperando el transporte que les llevara a los yacimientos, les 'visitaron' los militares de Gaddafi. Les dieron un ultimátum: o trabajaban para ellos y recibían su salario o si no lo único que recibirían sería un balazo en la cabeza, cuenta Maxim que llegó al país bajo el mismo contrato junto con su esposa, Olga.
Según él, les encerraron a todos en una base militar. Solo se permitió a una persona, la hermana de Maxim, volver a casa. Un mes después les volvieron a capturar. En la base donde estaban irrumpieron los rebeldes armados. "Eran rebeldes 'libres', no se sometían a nadie. Irrumpieron en la sala y gritaron que podíamos decir adiós a la vida. Cuando yo en árabe les grité que éramos gente civil, uno de ellos me 'neutralizó' de inmediato, al darme un golpe en la cabeza. Para intimidarnos más, dispararon al techo con sus fusiles de asalto. Nos gritaron que éramos mercenarios extranjeros y francotiradores", recuerda Maxim.
Los insurgentes les 'confiscaron' de inmediato los documentos, dinero y objetos de oro. Ataron las manos de los hombres con alambres y trasladaron a todo el grupo a una sala de deportes donde, por lo visto, iban a realizarles 'un juicio' inmediato. Según el joven técnico, evitaron la muerte porque de repente en el lugar se presentó el comandante de los rebeldes, Otmán Ziddani, quien prohibió la ejecución.
Sin buenos abogados todo esto puede acabar mal
Ziddani fue también quien contribuyó a que Maxim y Olga fueran liberados y volvieran a casa. Sin embargo el resto, 25 personas, quedaron reclusos. "Si a nuestra gente no les van a defender buenos abogados, todo esto puede acabar mal. Las acusaciones son muy serias. No les detiene que no haya prueba alguna y que la mayor parte de los detenidos son de edad avanzada. ¿Cómo pueden ser mercenarios? Son todos viejos y con problemas de salud. Jamás hemos tenido alguna arma en nuestras manos. En cuanto a reparar camiones militares, lo hacíamos para no perder nuestras vidas", comenta Maxim.
La situación con la detención de los ingenieros "es inaceptable", según Konstantín Dolgov, representante del Ministerio de Exteriores de Rusia para los Derechos Humanos, la Democracia y la Supremacía del Derecho. Al mismo tiempo, subraya que por el momento es muy difícil pronosticar si podrán salir en libertad, ya que el juicio está todavía en su fase inicial. "Tienen a un defensor apuntado por las autoridades libias, pero es posible que necesiten una ayuda jurídica más seria", enfatiza el diplomático.
Según los ingenieros rusos, fue en la primera sesión del juicio cuando el juez les preguntó si tenían abogados. Cuando dijeron que no, les atribuyó a todo el grupo cuatro abogados, es decir, un abogado por cada seis reclusos. El problema es, según les comunicó el cónsul ruso en Libia, que en caso de necesitar un apoyo más 'profesional' no les va a ser fácil: un buen abogado pediría unos 160.000 dólares por cada uno de los detenidos. Los arrestados comentan que ninguno de ellos cuenta con una suma así.