Bahréin ya está listo para celebrar el polémico Gran Premio de Fórmula 1 programado para el 22 de abril, según informa el Gobierno del reino del Golfo. Pero los activistas bahreinís no quieren callar: cientos de personas salieron a las calles el 15 de abril para denunciar las fuertes represiones del régimen en vísperas del evento deportivo y para protestar contra el doble rasero occidental, reflejado en el silencio internacional en comparación con Siria.
¿Todo tranquilo en Bahréin?
La protesta del domingo fue la primera de una serie de manifestaciones programadas por los activistas opositores chiítas, el grupo Revolución del 14 de Febrero, antes del inicio del premio de Fórmula 1.
Los activistas denuncian que en la capital, Manama, se producen heridos casi a diario, los muertos ya rondan los 80 en un año de manifestaciones ahogadas en sangre y gases lacrimógenos. Las cárceles están repletas de prisioneros políticos que sufren torturas. En las calles muere gente y los activistas siguen luchando desde detrás de las rejas.
Un reciente ejemplo de la violencia gubernamental se produjo el domingo pasado, cuando en la capital bahreiní los policías abrieron fuego contra la gente durante los funerales del periodista Ahmed Ismail, matado en una de las manifestaciones opositoras.
Otra 'vergüenza' del régimen, según los activistas, son los sufrimientos del disidente Abdulhadi al Khawaja, condenado a cadena perpetua por participar en la primavera bahreiní. El activista comenzó su huelga de hambre el 8 de febrero y ahora está a punto de morir.
Pero las autoridades del reino insistentemente hacen como que no ocurre nada. "Un año después de la primavera bahreiní, la situación está mucho peor. Ahora no se dispara a los manifestantes, sino que se inundan las marchas y las casas de los activistas con gases lacrimógenos. Unas 30 personas han muerto por el gas, tenemos más de 75 fallecidos desde el inicio de la revolución", evalúa el activista Nabil Rajab, presidente del Centro de Bahréin para los Derechos Humanos y del Centro del Golfo para los Derechos Humanos a la publicación Periodismo Humano.
La prioridad es la Fórmula 1 y no el pueblo
Entre el 20 y el 22 de abril, el grupo Revolución del 14 de Febrero ya ha convocado a tres días de ira para solicitar el boicot de la carrera de Fórmula 1. "El año pasado lo logramos, pero parece que este año el responsable se resiste porque están invirtiendo mucho dinero para mantener la carrera. Pretenden que sea un indicativo de que Bahréin ha vuelto a la normalidad. Si se celebra, vamos a ver cómo resulta porque muchísima gente está dispuesta a salir a las calles", dijo Nabil Rajab a Periodismo Humano.
El magnate Bernie Ecclestone, a su vez, no ve razones para suspender el Gran Premio de Bahréin. "El único mensaje que he recibido es que había algunos chicos con problemas con la Policía. Si el Gobierno me dijera 'Mira Bernie, no es bueno que vengáis', entonces me lo volvería a pensar", manifestó.
"Se está gastando una barbaridad en compañías de relaciones públicas para mejorar la imagen de Bahréin, se está gastando una barbaridad en atraer a la Fórmula 1. Pero no hay ninguna voluntad de cambiar la situación para la población", resume el activista opositor.
Pequeño reino 'títere' que alberga una grande base militar de EE. UU.
El reino de Bahréin es una monarquía absoluta que tiene prohibidos todos los partidos políticos. El 75% de la población son chiítas, limitados en sus derechos y el 25% son sunitas, a los que pertenece también la dinastía gobernante Al Khalifa, que gobierna el país durante decenas de años bajo el protectorado de Gran Bretaña. En el territorio de Bahréin se encuentra una de las mayores bases militares de EE. UU. del Golfo Pérsico, donde tiene base su V flota. Se trata de un país fuerte que con ayuda de Arabia Saudí puede influir en Europa y en EE. UU.
Hace un año en Bahréin se desencadenó una de las mayores insurrecciones de la 'primavera árabe', que fue duramente sofocada por el Gobierno con el apoyo de EE. UU. y Gran Bretaña. Los medios internacionales, que informaban en detalle de las violaciones de derechos humanos en Libia y Siria, casi han ignorado por completo estos acontecimientos.
Según los activistas opositores bahreinís, el pequeño reino de Bahréin es un buen ejemplo de la política cínica imperial de los estados 'democráticos' del planeta, que están dispuestos a apoyar hasta el final a los regímenes títeres, atacando al mismo tiempo a otros países bajo el lema de la "lucha por la libertad".