Tras 13 meses de conflicto en Siria, Naciones Unidas calcula que hay más de 1 millón de desplazados en todo el país por motivos de la guerra.
Ciudades como Annabek, situada a una hora de Homs, se han convertido en refugios para miles de personas que se quedaron sin hogar.
Um Ibrahim, madre de cuatro niños, procede de Baba Amr, Homs. Actualmente, según ella, el escenario es dantesco. Con su casa totalmente destruida, no le quedó más opción que abandonar su ciudad.
"Me he quedado sin nada, lo he perdido todo. Pero lo más difícil de quedarte sin hogar es que pierdes también tu intimidad, tu vida privada", lamentó Um Ibrahim.
Un hotel de lujo a las afueras de Annabek ha pasado a ser la residencia temporal de más de 100 familias. Una vez a la semana organizaciones benéficas distribuyen alimentos. El propietario del hotel, Jehad al Adeeb, sostiene que es momento de ser solidario, sin importar el bando al que se haya apoyado.
"No tengo ninguna información sobre quiénes son los que vienen aquí ni tampoco conozco su pensamiento político. Yo solo sé que son desplazados y los quiero ayudar", afirma.
Flujo humano
La peor avalancha de ciudadanos que se registró en Annabek fue hace dos meses. Más de 30.000 personas llegaron a esa urbe tras los continuos bombardeos en la ciudad de Homs.
"La gran cantidad de desplazados se ha transformado en el primer reto para nuestra ciudad. Nosotros intentamos apoyarlos con comida, bebida y atención medica", contó el alcalde de Annabek, Fakhri Attawil.
Desde el Gobierno local reconocen que la contribución altruista de los propios ciudadanos junto a la ayuda de la Cruz Roja Internacional está resultando esencial para frenar una crisis humanitaria grave.
En total son 45.000 los desplazados que han llegado a esta ciudad de solo 60.000 habitantes. En los últimos meses, casi se ha duplicado su población, lo que es otra muestra de la magnitud de este conflicto, que también ha salpicado a sus países vecinos.
El precio de la libertad
Y la realidad que se vive allí, se observa desde un prisma muy diferente. Recientemente, la frontera entre Turquía y Siria se ha convertido en uno de los puntos más calientes de la crisis. A pesar del cese del fuego, para algunos refugiados esta revuelta no tiene atisbos que señalen su fin.
"Somos refugiados en campamentos aquí en Turquía. Estamos aquí para protestar contra Al Assad porque el conflicto y la masacre no han terminado", dice uno de los desplazados.
Sin embargo, otras personas se preguntan a dónde los llevará este conflicto.
"¿Qué tipo de libertad estamos buscando? Tengo cuatro niños y estoy viviendo de la caridad de la gente. Esta lucha por la libertad me ha dejado sin nada", dijo Um Ibrahim.
Desde la Cruz Roja Internacional advierten que las consecuencias de la revuelta más larga de los países árabes implicarán un alto costo para la población.
"Las necesidades humanitarias hasta el momento son altas. Incluso si la violencia cesa ahora, las necesidades humanitarias van a seguir por un importante periodo de tiempo", resaltó Rabab Rifai, portavoz en Siria de la Cruz Roja Internacional.
Independientemente de los argumentos de uno y otro lado, hay miles de ciudadanos sirios que se han quedado en medio del fuego cruzado de este conflicto. Y para ellos, esta crisis ya es sinónimo de derrota.